Salud Hernández

Opinión

Seguro que Bendetti escogió al General

Iván Velásquez estará orgulloso por haber sido, de lejos, el ministro que mejor cumplió el encargo. Le encomendaron dejar en los huesos al Ejército y dio pasos de gigante.

Salud Hernández-Mora
22 de febrero de 2025

Una decisión tan maquiavélica, tan brillante, solo puede venir de Armando Benedetti. Petro le concedió todos los galones y lo situó a su lado, contra viento y marea, no solo por mantenerlo callado, sino para preparar las elecciones de 2026. Y el nuevo jefe de Palacio empezó a maquinar “maldades”. Para eso es un genio inigualable.

La designación del general Pedro Sánchez al frente del Ministerio de Defensa es un magnífico golpe de efecto. No les puede salir mal aellos. Otra cosa son los males que cause al país, a las FF. MM. o al elegido, pero los consideran insignificantes daños colaterales. Para ganar, todo vale.

Gustavo Petro lo dejó nítido en su disparatado consejo de ministros televisado. Su principal objetivo es que la extrema izquierda continúe empuñando el bastón de mando para imponer unas ideas radicales, condenadas al fracaso.

De cara a la campaña, que prenderá todos motores a partir de mayo, nada mejor que un militar para arrebatarle a la derecha una de sus principales banderas. Y no designaron a cualquier oficial, sino uno que, además de intachable, se ha hecho popular en Netflix y origina el nuevo mantra petrista que, de pronto, también es creación benedetista: “Un general que salva niños y no uno que los bombardea”.

Tengan presente, además, que aún falta otro documental sobre los hermanos perdidos en la selva. Será todo un hit mundial cuando lo estrenen y el Pedro Sánchez televisivo volverá a triunfar.

Imaginen al candidato petrista alardeando de contar en sus filas con un general que salvó niños y comandó las Fuerzas Especiales. ¿Acaso la derecha puede ofrecer una mejor opción?, espetará a sus rivales. Y si alguno osa criticar a Sánchez por alguna actuación, lo acusará de lanzar dardos contra toda la institución.

El nombramiento ofrece dos ventajas adicionales, en las que Benedetti no tiene que ver. Escoger a un oficial con menos antigüedad que 29 generales, incluida la cúpula actual, es un dulce envenenado, aunque el nuevo ministro lo niegue. Lo explicó el gobernador de Santander, Juvenal Díaz, general tropero que retiraron antes de tiempo: es como si pusieran a un inteligente, experimentado y buen redactor al frente de La FM y Juan Lozano pasara a obedecer sus órdenes.

La ecuación resulta aún más complicada en una institución piramidal en la que el respeto por los años de servicio no solo es condición sine qua non para ascender en el escalafón, sino una distinción casi que reverencial. Por excelente que sea un mayor, jamás podrá saltarse los pasos para ganar la estrella de general. Requiere un determinado número de años, estudios adicionales a la carrera militar y éxitos en el campo de batalla. En la política, sin embargo, cualquier inexperto en la materia puede ocupar una cartera ministerial así tenga 30 años.

Más de un alto oficial en activo considera que Sánchez debió declinar el ofrecimiento, de manera elegante, por el bien de la institución castrense. No se trata de negarse por ser un Gobierno de extrema izquierda, los reparos nada tienen que ver con la ideología, sino por prestarse al sucio juego político en tiempos electorales.

También temen que, en caso de que siga la violencia desatada, dadas las dificultades de voltear en poco tiempo unos cuerpos de seguridad famélicos, Petro culpará a la oficialidad, a la que, además, acostumbra a calumniar.

Y no puede ignorar el general (r) Pedro Sánchez que recibe unas Fuerzas Militares y una Policía Nacional muy debilitadas, faltas de presupuesto y moral, tal y como quiso dejarlas su antecesor en el cargo.

Iván Velásquez estará orgulloso por haber sido, de lejos, el ministro que mejor cumplió el encargo. Le encomendaron dejar en los huesos al Ejército y dio pasos de gigante, como anhelaba su comandante supremo.

Los números de la violencia, solo en Catatumbo, avergonzarían a cualquiera con un mínimo de conciencia. Recuerden que Petro escogió El Tarra para su primer evento populista y lo recibieron como al líder que soñaban. Ahora están en manos del ELN y de los 53.630 desplazados del Catatumbo, cantidad digna del Guinness, ese pueblo aportó 3.896 almas. Agreguen los más de 60 homicidios o la ausencia de un proyecto empresarial que anime a dejar la coca.

En cuanto al resto del país, la Defensoría cifró en 809 los municipios afectados por el conflicto armado, otro récord de Velásquez. Podría seguir con más datos: homicidios de líderes sociales, niños reclutados por las guerrillas... Solo agregaré que mueren más menores de edad en la guerra entre bandas criminales que en bombardeos de las Fuerzas Militares. Vidas perdidas porque el Gobierno resucitó a la Nueva Marquetalia y dio alas a las Farc y al ELN.

En todo caso, me fascinaría equivocarme y que tuviese razón el almirante (r) Rafael Colón: “Ver a un general íntegro, inteligente y capaz al frente de las tropas (…) me llena de esperanza y tranquilidad”. Dios le oiga.

Noticias Destacadas