OPINIÓN
Cristina y Sergio, ¡Todo bien!
Quiero dedicar unas líneas a darles las gracias a dos funcionarios que acaban de abandonar los pasillos del Palacio de Nariño: me refiero a Cristina Plazas, saliente directora del ICBF, y a Sergio Jaramillo, quien deja su puesto de comisionado de paz. Ambos se van con la satisfacción del deber cumplido.
Por lo general uso el espacio de esta columna para dar un punto de vista crítico frente a los desarrollos de la actualidad. Aun cuando quienes tenemos el oficio de opinar quisiéramos hablar con mayor frecuencia de temas positivos, en Colombia cada semana hay tantos escándalos y malas noticias, que a veces no nos queda otra alternativa que opinar sobre los desastres...
Sin embargo, esta semana, quiero dedicar unas líneas a darles las gracias a dos funcionarios que acaban de abandonar los pasillos del Palacio de Nariño: me refiero a Cristina Plazas, saliente directora del ICBF, y a Sergio Jaramillo, quien deja su puesto de comisionado de paz. Ambos se van con la satisfacción del deber cumplido.
Hoy escribo sobre estos dos personajes, pues no me cabe la menor duda de que, en este país de los Ñoños, de Odebrecht, de la parapolítica y de la guerra eterna, en donde los políticos no parecen entender que fueron elegidos para servir y no para robar, y donde la responsabilidad política no existe, es necesario resaltar y reconocer la labor de funcionarios como Jaramillo y Plazas.
El primero, logró nada más y nada menos que entregarnos un país en el que ya no existen las Farc como organización armada. Sergio Jaramillo, además de ser el tipo clave en la fase secreta de la negociación, se convirtió luego en el miembro más importante del equipo del Gobierno. Se dedicó a jugar el papel necesario de no dar el brazo a torcer en los aspectos que él consideraba inamovibles para alcanzar una paz estable y duradera. Aun cuando los guerrilleros no lo querían, ni estaban de acuerdo con él en casi nada, todos los miembros del equipo negociador de las Farc reconocen su valor y afirman con sensatez que, sin él, este proceso no hubiera sido posible.
Cristina Plazas, por su parte, es lo mejor que le ha pasado a la niñez colombiana. Antes de su llegada a la dirección del ICBF, esa entidad que se ocupa de salvaguardar los derechos de los menores más vulnerables, se había convertido en un centro de politiquería. Antes de Cristina, los políticos se paseaban por la oficinas del Bienestar Familiar y, en muchos casos, tenían éxito en su incansable labor de parrandearse los recursos del Estado y, de paso, de dejar a los niños viendo un chispero. Esta mujer que llegó a poner orden, con su esfuerzo, su rectitud, su inteligencia y su tenacidad, logró que esta vez fueran los políticos, y no los niños, los que quedaran viendo el chispero. Cristina cuidó cada centavo y se la jugó por los derechos de esos miles de niños que están bajo custodia del ICBF, como si se tratara de sus propios hijos.
Hoy por hoy, da la impresión de que la mayoría de los servidores públicos no trabajan en función de sus ideas, ni de su gente, sino de su agenda y de su estrategia para ascender rápidamente en la escalera del poder. Cualquier niño colombiano que prenda el televisor a las siete de la noche, además de una oferta ilimitada de narconovelas, ve en los noticieros que cada día se abre una nueva investigación, que caen más corruptos, que roban, que matan, que secuestran, que mienten y que vuelven a mentir.
Es justamente por eso que se vuelve importante resaltar la labor de los funcionarios ejemplares que son cada vez más poquitos. No hace falta enumerar uno a uno los logros de Jaramillo y de Plazas pues, para hacerlo, más que una columna, se necesitaría un libro. Sin embargo, de lo que si hay que hablar es de que ellos representan lo que debe ser un funcionario. Los dos fueron personas que llegaron a su puesto con una visión clara, y lograron materializarla a punta de valores, de principios, de sabiduría, de honestidad y, sobre todo, de hacerles pistola a los corruptos.
A usted, Sergio, le estaré eternamente agradecido por dejarlo todo en la cancha y lograr que mis hijos, cuando vengan, vivan en un país radicalmente distinto al que a mí y a cualquier colombiano de esta y de las pasadas generaciones, nos tocó vivir.
Y a usted, Cristina, le agradezco su entrega, su dignidad y su trabajo. Usted ha logrado marcar la diferencia. Sepa que, por su gestión, los niños de Colombia hoy están mejor atendidos y alimentados, y tienen más libros, más colegios, más profesores y más amor.
A ustedes, Sergio y Cristina, de nuevo les digo: ¡Gracias!
@federicogomezla