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Opinión

Que no panda el cúnico… todavía

Lo bueno de esta crisis es que finalmente Europa se va a tener que despertar frente a la nueva realidad geopolítica y las inversiones militares que deben hacer en este nuevo escenario.

Francisco Santos
22 de febrero de 2025

En este mundo en transición hay muchos que ya están en pánico con lo que está sucediendo tanto dentro de Estados Unidos como afuera en su política exterior, que es a lo que me voy a referir en esta columna. Es más, hace unos días llamé a una amiga española que no tiene nada que ver con la política y me dijo con temor: “Esa amistad de Trump con Putin nos va a joder”.

Lo primero que debemos entender es que todo lo que el presidente de Estados Unidos está haciendo lo dijo durante su primer gobierno y, sobre todo, durante su campaña. Que no lo quisieran escuchar es otra cosa, pero él no ha cambiado de postura frente a muchos temas. Hoy lo que está haciendo en Ucrania con Rusia lo anunció muchas veces y está cumpliendo. Otra cosa son los efectos que esto pueda tener, algunos malos y algunos buenos, pero nadie debe darse por sorprendido.

Trump dijo que iba a acabar con la guerra en Ucrania, entre otras razones, porque Estados Unidos no puede seguir solventando esa guerra, en la que ya ha gastado 200 billones de dólares, con más ayuda militar que pagan los americanos con sus impuestos. Lo dijo y fue una de las razones por las que fue elegido. Trump representa una arista aislacionista que siempre ha existido en Estados Unidos, pero que durante la Guerra Fría y la posguerra nunca levantó cabeza. Trump está gobernando para los Estados Unidos y no para el mundo, nos guste o no nos guste.

Muchos creen, entre ellos yo, que no se debe confiar en el líder ruso, Vladímir Putin, que solo va a negociar oxígeno para su economía y tiempo para conquistar Ucrania y el este de Europa. Cuatro expertos en inteligencia de cuatro países aliados de Estados Unidos citados por www.understandingwar.org plantean que Putin solo va a negociar lo mínimo, que sus ambiciones geográficas siguen iguales, que no va a retirar tropas y, obviamente, no va a permitir tropas europeas en Ucrania. Ya veremos cómo sale esta negociación, pero las formas, eso sí, no han sido las mejores y dejan a Occidente dividido. No invitar a Ucrania y a Europa a las negociaciones manda un mensaje: no cuenten conmigo. Además, acusar a Ucrania de haber iniciado la guerra no tiene explicación alguna. ¿Qué pensarán los japoneses o los australianos de esto? Y si soy de Taiwán, ya estaría empacando maletas.

En el primer gobierno de Trump, este le planteó su política de manera muy clara a la Otan: las cosas van a ser diferentes. Hoy en esta negociación les muestra que no ha cambiado de posición y Europa debe tomar cartas en el asunto. La reunión de París que citó el presidente Emmanuel Macron como respuesta al inicio de negociaciones sin ellos fue un fracaso monumental que muestra la debilidad europea.

El ministro de Defensa de Alemania, Boris Pistorius, le dijo al Times de Londres que su país hoy no se puede defender de Rusia y debe volver al reclutamiento obligatorio y una inversión gigante en armamento para poder ser, por lo menos, una fuerza disuasoria que hoy no lo es. A su vez, el primer ministro polaco, Donald Tusk, les pidió a los países europeos hacer lo que ellos ya están haciendo: invertir grandes sumas en defensa. Ah, y a la hora de defender a Europa, solo Suecia e Inglaterra están dispuestos a enviar tropas a Ucrania. ¿No les quedó claro?

Lo bueno de esta crisis es que finalmente Europa se va a tener que despertar frente a la nueva realidad geopolítica y las inversiones militares que deben hacer en este nuevo escenario. En los cuatro años de Joe Biden, e incluso después de la invasión de Putin a Ucrania, se recostaron otra vez en Estados Unidos, aunque este país también es culpable, pues, para no escalar, frenó a los europeos, que pedían acciones más agresivas. Cómo no manejar una guerra se debe llamar el libro que se escriba sobre este episodio de la historia y cómo operaron gringos y europeos.

Lo mismo se puede decir de su política en el Medio Oriente, donde pidió quedarse con Gaza y que los palestinos emigraran a Egipto y a Jordania. Esta propuesta –que todos consideran una locura por su impacto– va a llevar a que por fin los países árabes, que, seamos sinceros, detestan a los palestinos y los utilizan, hagan una verdadera propuesta para solucionar este problema. Es hora de que Qatar, Arabia Saudita, Kuwait y otros países riquísimos de la región asuman esa responsabilidad y no solo deleguen lo malo a Estados Unidos mientras ellos se lavan las manos. Comenzar por el reconocimiento de Israel debe ser el primer paso.

¿Y la región? Mal, gracias, por ahora. El enviado de Trump a Venezuela, que poco sabía quién era su contraparte, volvió con seis secuestrados, pero Venezuela aún tiene diez norteamericanos más. Ya Trump dio preaviso al fin de la licencia de Chevron, lo que es bueno, pero es insuficiente, aunque los lobistas de esa empresa aún pueden ganar esa batalla. Veremos.

El famoso Chapulín Colorado de televisión, en crisis, decía: “Que no panda el cúnico”. Hay que darle un compás de espera a la administración Trump. Ojalá no terminemos con otras dos frases del mismo personaje. “Se aprovechan de mi nobleza” y “¿ahora quién podrá defendernos?”. Ayyyy, Dios mío, y lo que falta.

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