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Opinión
Pragmatismo elimina ideología
El constituyente primario tendrá la palabra en este escenario donde el pragmatismo político derrotó a la ideología, a las narrativas y a los sueños de lograr -desde la izquierda- un futuro.
Cuando ya muchos habían apostado al último tercio de gobierno marcado por la radicalización del proyecto político progresista, el presidente decidió dar un golpe a la mesa del escenario político y se la jugó por la más escueta, descarnada y perversa cara politiquera para su ya descuadernado proyecto político. Al final, la puesta en escena de su inédito consejo de ministros le sirvió para evitarse un largo y desgastante proceso de diálogo frente a los más ideologizados miembros del Pacto Histórico. Los descendió de tajo a la realidad y los obligó a decidir entre sus resquemores éticos o la posibilidad de continuar como opción en un escenario, donde la mayor parte de los militantes de la izquierda progresista han sido decantados y no van a hacer nada diferente a lo que su líder indique.
La previsible llegada de Armando Benedetti al gabinete marcará la pauta en lo que resta de este gobierno. Llega en un momento donde el desgaste personal y de las narrativas es total en la izquierda colombiana. También muestra una decisión frente a las elecciones de 2026: Es el reconocimiento que su paso por el gobierno no les alcanzó para consolidarse partidariamente para los siguientes cuatro años.
Lo que ahora veremos será más de un presidente moviendo a sus caudas políticas. Un gobierno de oscuros y pequeños ministros ejecutando poco y un Benedetti empujando las ya desnaturalizadas reformas. Es más como un mecanismo para reivindicar algo del proyecto político y justificar la elección de un “gobierno de coalición” que ponga en práctica las reformas que logren ser aprobadas. Es innegable la fortaleza de esa estrategia: Ya esta semana vimos 100 congresistas sentados (¿o arrodillados?) frente a las mieles del poder. No puede haber mejor prueba.
Veremos qué se logra en ese segundo y último aire. Las costuras de la opinión pública se están reventando y con el tiempo se dejarán notar todos los problemas que hoy se presentan en el control territorial, la inseguridad, la falta de acceso a la salud y la deserción en la educación, entre tantos problemas que hoy compiten en la agenda pública gubernamental.
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Dos factores serán supremamente relevantes frente a la estrategia pragmática del gobierno. Uno político que reside en la posición de los dos principales candidatos del centro, los naturales candidatos de la coalición con la izquierda para 2026. Sus respectivos silencios —y ambigüedades— les han dado hasta ahora un refugio frente a la opinión pública. Sin embargo, no lo podrán mantener mucho tiempo porque, tarde o temprano, tendrán que contarle al país si están dispuestos a hacer coalición con el progresismo. Este será un momento crucial, definitivo.
El otro factor involucra el silencio que la propia opinión pública ha mantenido frente a los movimientos políticos. Hasta el momento, las expresiones se han dado desde quienes son afectados directamente por los problemas de ejecución de las políticas de gobierno: Pacientes, estudiantes, gobernadores aquejados por la violencia en sus territorios y desafectados por la eliminación de subsidios. Estas son manifestaciones públicas, pero no necesariamente políticas, porque el gobierno tampoco ha logrado mucho en las múltiples convocatorias que hace para respaldar sus reformas.
Atravesamos una calma chicha que se puede “estallar” en algún momento y esto puede ocurrir en la calle, en las urnas, o en ambas situaciones. La reacción de la población será determinante precisamente por el ambiente tan crispado que se vive actualmente por el fallo de la Paz Total y la ventaja que han tomado los grupos violentos frente a la fuerza pública.
¿Qué pueden estar pensando los jóvenes que ayer intentaban incendiar el edificio del ICETEX y que hoy están más mal que nunca, con todas las promesas incumplidas y, peor aún, con la eliminación de los subsidios que venían recibiendo? ¿Cuál será su balance de todo el desgaste experimentado en el mal llamado “estallido social” frente a un gobierno que terminó cercenando sus oportunidades de estudiar? Pero que, además, gravó con la carga pensional de las generaciones anteriores a aquellos que pudiesen tener la esperanza de avanzar, laboralmente, más allá de un salario mínimo.
El constituyente primario tendrá la palabra en este escenario donde el pragmatismo político derrotó a la ideología, a las narrativas y a los sueños de lograr —desde la izquierda— un futuro.