OPINIÓN
Pelea con Trump, toda una cortina de humo para tapar la tragedia en el Catatumbo
La situación no solo es una crisis humanitaria, sino una violación a la soberanía de Colombia por parte del narco-régimen de Maduro.
El país se enfrenta a un escenario absolutamente desgarrador y peligroso en el Catatumbo, donde más de 42.000 personas han sido desplazadas por la guerra entre los narcoterroristas del ELN y las Farc, en un conflicto cuyo control es, en gran parte, orquestado por la narco-dictadura de Venezuela. A través de la complicidad de Nicolás Maduro y el Pablo Escobar venezolano, Diosdado Cabello, los cultivos de coca y el narcotráfico se han apoderado de esta zona del país, por medio del cartel de los Soles y del ELN; hoy grandes protectores y aliados del régimen (son sus paramilitares), que no solo está tomando territorio colombiano, sino que está protegiendo a los grupos armados que fomentan la violencia, el desplazamiento y la destrucción de la soberanía nacional.
La situación no solo es una crisis humanitaria, sino una violación a la soberanía de Colombia por parte del narco-régimen de Maduro, con la complicidad silenciosa, e incluso activa, del Gobierno de Gustavo Petro. El hecho de permitir que el capo Diosdado Cabello, con el respaldo de sus militares y armamento, entre en territorio colombiano para “proteger” a los grupos armados ilegales y los cultivos ilícitos, poniendo en riesgo a la población civil inocente, es una traición a la soberanía colombiana. Petro, en lugar de actuar con firmeza, ha permitido que esta invasión continuara sin ninguna respuesta efectiva, dejando a los colombianos a merced de los bandidos y de una dictadura extranjera que busca tomar el control del país. Al enviar Petro al pusilánime de su ministro de Defensa a que se reúna con Vladimir Padrino (por el que el Departamento de Estado tiene una recompensa de 15 millones de dólares por narcotráfico), es la confirmación de la complicidad y la unión maquiavélica para llevar a Colombia por el mismo camino de Venezuela.
La actuación de Petro frente a este desastre es un reflejo claro de su incapacidad y de su falta de voluntad para defender el territorio nacional. No solo no ha hecho nada para frenar la injerencia de Venezuela, sino que ha mostrado una complacencia vergonzosa, como si no le importara que su país sea vulnerado por una dictadura extranjera. ¿Qué otra cosa puede significar permitir que fuerzas extranjeras intervengan en la frontera con sus militares, armamentos y agenda? Es una violación descarada de nuestra soberanía, y Gustavo Petro, en su insensibilidad, ha optado por mirar hacia otro lado.
Pero la complicidad con el narco-régimen de Maduro no se detiene ahí. La estrategia de Petro, de buscar pelea con el gobierno de Estados Unidos, al impedir el aterrizaje de aviones militares con deportados, no solo representa una violación a la soberanía estadounidense, sino que también pone en riesgo la seguridad nacional de los Estados Unidos, un aliado estratégico de Colombia en la lucha contra el narcotráfico.
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Al decidir enfrentarse a la administración de Trump, Petro está desviando la atención de la grave crisis que él mismo ha generado, primero al dejar que grupos terroristas y narcotraficantes se movilicen como perros por su casa por el Catatumbo, y segundo, al darle carta abierta a Maduro para que interfiera en los asuntos internos de Colombia.
Este conflicto en el Catatumbo es, en definitiva, el resultado de un gobierno que ha sido incapaz de garantizar la seguridad de sus ciudadanos, prefiriendo negociar con terroristas y narcotraficantes bajo la excusa del cese al fuego y el proceso de paz, mientras pone en peligro la estabilidad del país y su soberanía. La entrega de títulos de gestores de paz a integrantes del grupo narcoterrorista del ELN, y hasta a integrantes de los terroristas urbanos de la primera línea, es una señal de debilidad y de falta de visión. Petro ha optado por proteger a los grupos que alimentan el crimen organizado, el narcotráfico y la violencia, en lugar de ofrecer seguridad y justicia a los colombianos. Mientras él se dedica a negociar con estos grupos criminales, las Fuerzas Armadas están maniatadas, incapaces de cumplir con su mandato constitucional de proteger a la población y recuperar el control de las regiones tomadas por los violentos.
El cese al fuego con los grupos armados ilegales es solo una táctica para ganar tiempo, pero es un tiempo que se paga con sangre. No hay una estrategia real para erradicar el narcotráfico ni para desmantelar los carteles que controlan la coca. Por el contrario, Petro ha dejado claro que prefiere ceder ante los narcotraficantes en lugar de tomar decisiones firmes para proteger a los colombianos y su territorio. Es una capitulación ante la violencia, una vergonzosa rendición frente al crimen organizado que se ha adueñado de varias zonas del país, como el Catatumbo.
Peor aún, la reciente propuesta de decretar la conmoción interior, como respuesta a la crisis que él mismo ha generado, es un acto absolutamente calculado. Esta medida, que busca dar una mayor autonomía a las Fuerzas Armadas para enfrentarse a la violencia, no es más que un pretexto para dar paso a lo que el gobierno de Petro no ha podido conseguir en el Congreso: meterle mano al Presupuesto General de la Nación (PGN), gravar con más impuestos para recaudar más de un billón de pesos —es como casi la aprobación de una reforma tributaria que le permita financiarse y consolidar su poder—. Al Catatumbo lo pretende convertir en otro Caguán, esta conmoción interior no es más que una estrategia para despejar la zona y permitir que los grupos armados se reorganicen y se fortalezcan; al mismo tiempo que el gobierno consolida su control sobre las instituciones y su poder político.
La reducción de recursos al Ministerio de Defensa y al Consejo Nacional Electoral (CNE) también es un paso calculado para debilitar a las instituciones que deben garantizar la seguridad del país y la transparencia de las elecciones. Al desfinanciar al Ministerio de Defensa, Petro está condenando a las Fuerzas Armadas a la impotencia, dejándolas incapaces de recuperar el Catatumbo y otros territorios bajo el control de los narcotraficantes. Y al reducir los recursos del CNE, busca garantizar un control absoluto sobre las elecciones de 2026, con el objetivo de perpetuar su poder y asegurar su continuidad en el gobierno, sin importar el costo que esto tenga para la democracia colombiana. ¿Le dará Petro un golpe de Estado a los colombianos como lo hizo su amigo Maduro en Venezuela?
Sobre la visita de Petro a Haití, me causó mucha curiosidad que, en plena crisis humanitaria en el Catatumbo, este haya viajado con su ministro de Defensa, sabiendo que Haití es un moridero lleno de corrupción y brujería que no le aporta nada a ningún país. Es un país sin Dios ni ley.
Lo que está sucediendo en el Catatumbo no es algo improvisado como ya lo dije anteriormente, es algo organizado con la narco-dictadura de Maduro, quien vive de la coca colombiana y cuya droga, en un 80 %, sale por Venezuela con muchos destinos, incluido Haití.
Haití se ha identificado como un punto estratégico en el tráfico de drogas en el Caribe debido a su ubicación geográfica, su limitada capacidad de control fronterizo y su vulnerabilidad institucional. Desde Haití, las drogas suelen ser redirigidas hacia Estados Unidos y Europa.
Venezuela, debido a su cercanía con Colombia y su extensa costa, se utiliza como un corredor clave en la ruta del narcotráfico. Una vez en Venezuela, las drogas pueden ser enviadas por vía marítima o aérea hacia diferentes puntos del Caribe, incluyendo Haití, República Dominicana y otras islas, antes de llegar a su destino final.
Mientras tanto, en el Catatumbo (una de las zonas con más hectáreas de coca en el país), la narco-tiranía quiere tomar el control de estos ilícitos a través del ELN, que se moviliza en ese país sin ningún problema y protegidos por el cartel de los Soles (los militares venezolanos manejados por el capo Diosdado Cabello y Vladimir Padrino).
¿El viaje de Petro a Haití y República Dominicana es para negociar rutas de narcotráfico para el narco-régimen de Maduro? ¿Está Petro de mandadero de Maduro y Cabello?
Para nada es coincidencia que el Pablo Escobar venezolano, Cabello, esté dirigiendo la operación para tomar el control del Catatumbo y sacar a los narcoterroristas de las Farc, quienes también tienen presencia en esa zona del país. Su alianza con el ELN es más que evidente. La inteligencia colombiana arrojó en una investigación que Cabello movilizó tropas del ELN desde Arauca hacia Venezuela para llevarlos hasta el Catatumbo y sacar a los narcoterroristas de las Farc de allí.
Lo que está viviendo Colombia bajo el Gobierno de Gustavo Petro es una situación de traición a la soberanía nacional, de desprotección de la población y de complicidad con los grupos que han desestabilizado al país. Petro ha optado por alinear su gobierno con narcotraficantes y debilitar las instituciones que deben velar por la seguridad y el bienestar de los colombianos. Este gobierno está llevando a Colombia por un camino peligroso. La democracia y la seguridad nacional están en riesgo. ¿Quién defenderá a Colombia de sus propios gobernantes?
Ñapa: De acuerdo con la Fundación Ideas para la Paz (FIP), los cultivos de coca en el Catatumbo pasaron de 28.000 hectáreas en 2017 a 40.000 hectáreas en 2020. Esto representa un incremento de 12.000 hectáreas en tres años, es decir, un promedio de 4.000 hectáreas por año. Haciendo un cálculo aproximado, entre 2020 y 2024, suponiendo un crecimiento constante de 4.000 hectáreas por año, se estimaría que en 2024 habría alrededor de 60.000 hectáreas de cultivos de coca en la región. Cabe recordar que el gobierno no ha hecho nada para la erradicación manual ni fumigación aérea de cultivos ilícitos, permitiendo así el fortalecimiento de estos grupos armados ilegales. Viene por ahí la descertificación de Colombia en la lucha antidrogas.