Wilson Ruiz Exministro justicia

Opinión

Nada es casualidad

Un exceso de dopamina también puede provocar trastornos bipolares.

Wilson Ruiz Orejuela
30 de enero de 2025

La dopamina es neurotransmisor que transporta señales entre las células nerviosas y ayuda al cerebro a realizar funciones esenciales. En exceso, pueden aparecer los mismos síntomas de la esquizofrenia, tales como, delirios, alucinaciones, entre otros. Un exceso de dopamina también puede provocar trastornos bipolares.

Petro está feliz, sus niveles de dopamina están por las nubes, su trino de las tres de la mañana en medio de un fin de semana de mucho revuelo interno con la crisis del Catatumbo lo colocó en la palestra mundial. Con un solo mensaje, Petro alcanzó lo que casi nadie ha podido, captó la atención y obtuvo la reacción y respuesta del recién posesionado presidente norteamericano Donald Trump. Como si fuera poco y por un mismo acto, puso en jaque la economía colombiana y envío al borde del abismo la mayor relación de cooperación y financiación internacional con que cuenta Colombia. Es inevitable pensar en el inmenso placer que le produjo al presidente de Colombia la reacción nacional y mundial a su disparatado y antidiplomático pedido de “dignidad”.

Como muestra de su objetivo cumplido, el presidente exhibe con orgullo que su disruptiva publicación en X fue vista por un poco más de 33 millones de personas. No obstante, la realidad es otra, en el mundo real —no en el imaginario de Petro— por causa de su vespertina publicación, EL presidente, y por desgracia, también los colombianos sufrimos una vergüenza de talla internacional. Petro demostró que sí era posible que la primera potencia del mundo supiera quién es, muy bien. Aún por razones equivocadas y con consecuencias nefastas para los connacionales y la economía de nuestro país, ya el entrante gobierno de EE. UU. le conoce; sin duda es respetable, torpe, pero respetable.

El florero de Llorente utilizado para esta intencionada confrontación por parte del mandatario colombiano fue el vuelo que repatriaba colombianos desde EE. UU. y que traía a los connacionales esposados —lo mismo que pasó en Brasil y otros países—. Lo anterior, despertó un sentimiento de ‘solidaridad’ del presidente y provocó una salida nada diplomática. Con su trino ordenó de forma unilateral el incumplimiento de acuerdos de repatriación con el gobierno norteamericano; es importante destacar que dichos acuerdos datan incluso desde el gobierno del presidente Biden. Petro destacó y maximizó el hecho y antes de acudir a la diplomacia, recurrió a sus instintos con marcado sesgo ideológico, ese mismo que lo ha llevado a delirantes posiciones. Incluso el presidente se ha percibido como un personaje de un mundo ficticio que fuese recreado por el nobel colombiano de literatura.

Sin embargo, nos resistimos a creer que todo esto sea producto de delirios, de exceso de dopamina o de ver muchos capítulos de Caso cerrado. En el tiempo que Petro lleva gobernando y conociendo sus formas, pocas cosas quedan en el mundo de las casualidades; no podemos darnos la licencia de creer que esto es simplemente una más de sus ‘cantinflescas’ actitudes. Los humoristas no surgen de la casualidad —y con mucho respeto por el gremio—, estos preparan y detallan cada cosa, cada libreto, guion o monólogo, cada chiste es estudiado con rigurosidad, incluso la reacción del público respecto de ello. De similar manera, Petro previó las reacciones de su comportamiento, no fue casualidad, mucho menos una epifanía de madrugada.

Obsérvese los hechos. De la mano con la declaratoria de conmoción interior por la crisis en la región del Catatumbo, Petro acaba de recortar el presupuesto destinado para el CNE; lo que pone en jaque la realización de las elecciones presidenciales de 2026. No bastándole esto, incumple con los giros presupuestales para la financiación del metro de Bogotá para causarle no solo daños a los bogotanos, sino afectar políticamente la administración distrital. Asimismo, decreta más impuestos, y además, con el decreto de estado de excepción queda investido con plenos poderes. Petro sabe que el sol se ha puesto a sus espaldas, está desesperado por llamar la atención y utiliza el poder que detenta en pro del caos, buscando reinar al interior de este.

El escenario de Petro quedándose en el poder y declarando un estado de excepción para impedir las elecciones no es imposible, ya hemos sido testigos de que Petro es capaz de eso y mucho más; su egoísmo y capacidad de imponer con terquedad su punto de vista no conoce límites. El bienestar de la nación y la salud de la democracia están en cuidados intensivos y lo más catastrófico es que el presidente le quiere aplicar la inyección letal.

La confrontación con EE. UU. tiene un objetivo que a la vista inmediata que no se ve. Petro ya sentó las bases de una discusión ideológica y política para acusar —en su debido momento— de injerencia indebida al gobierno Trump, dentro de la manifiesta intención de Petro de quedarse en el poder. Colombia no puede pasar por inadvertida ante tan preciso y malvado cálculo; aunque la Celac le haya —por ahora— dejado solo, no se debe ignorar el hecho de que Petro lidere el llamado a una irresponsable confrontación entre América Latina y EE. UU.

Ahora lo que viene es que este gobierno, bajo su mando, pueda entrar en razón y que sea consciente de la responsabilidad que tiene ante el mundo de ser el jefe de Estado y tener que representar a todos los colombianos. Con mucha atención, detenimiento y ejercicio de libertades, los ciudadanos debemos cuidar y procurar a como de lugar, la defensa de nuestra democracia, es importante recordar y entender que, con Petro, nada es casualidad.