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Opinión

Gobernar para la gente

Los gobernantes tienen entre sus primeras obligaciones la de integrar equipos, no con sus amigos incondicionales o partidarios, sino con personas de la diversidad política.

Angelino Garzón
6 de febrero de 2025

Desde niño, y a pesar de la situación de pobreza en que vivía junto con mi madre y mis tres hermanos, poco a poco fui aprendiendo que lo importante era ser dignos y que para tener dinero en el bolsillo, teníamos que trabajar. En el caso de ella, vendiendo gallinas, y en el caso personal, haciendo mandados o llevando tacos de golf en el club campestre de Cali.

En ese entonces, nosotros no teníamos ninguna ayuda del Estado u organismo de beneficencia a alguno, a pesar de que en nuestra casa, ubicada en el pie de monte de la cordillera occidental en la comuna 18 de Cali, carecíamos de agua potable, energía eléctrica y demás servicios públicos domiciliarios.

No niego que vivir y estudiar en esa situación y en un entorno tan pobre me marcó para siempre en mi vida, en el amor y admiración a mi madre, quien a pesar de la dura situación en que vivíamos, nunca nos dejó aguantar hambre y, al contrario, primero en Buga cuando todavía estaba niño y luego en Cali cuando era un adolescente, siempre me decía —a manera de cantaleta a las 4:00 a.m.—: “A levantarse y a estudiar, mijito, porque si en la vida se queda burro, lo maltratan, pero si aprende, lo respetan”. Hoy debo decir que ella tenía razón.

He querido referirme a esta pequeña historia de mi vida porque, posiblemente, la misma situación —e incluso más dura— la viven a diario millones de personas pobres en nuestro país, quienes, probablemente, solo esperan de nuestros gobernantes en todos sus niveles, coordinarse mejor, que no permitan que se roben o se despilfarren los recursos públicos y cumplan con todo lo que prometieron en las campañas electorales. Hay que recordar que en toda democracia se gobierna para la gente, empezando por los niños y las niñas, y no en beneficio propio o de alguien en particular.

En toda democracia, los presidentes de la República, los gobernadores o alcaldes municipales, o sea, los que fueron elegidos por el constituyente primario; es decir el pueblo, tienen entre sus primeras obligaciones constitucionales la de integrar equipos, no con sus amigos incondicionales o partidarios, sino con personas de la diversidad política y social y que en los temas particulares sepan más que ellos. En otras palabras, es saber conformar un equipo de trabajo colectivo, que labore armoniosamente tal como sucede en una orquesta musical. Eso implica que todos tengan claras las prioridades y las metas a donde se pretende llegar, que se coordinen acciones para poder causar el impacto necesario y se haga un seguimiento continuo y permanente.

Esto es muy importante recordarlo a fin de que no se vuelva a repetir el desastroso espectáculo que, desafortunadamente, vimos a través de la televisión colombiana en el consejo de ministros del día 4 de enero, y que nos recordó la canción de Celia Cruz “tongo le dio a borondongo, borondongo le dio a Bernabé…”

Esa es por lo menos mi experiencia como gobernador del Valle del Cauca y siempre con la mirada puesta en contribuir desde los cargos de gobierno al bienestar y al derecho de la gente a vivir mejor, en paz y de manera reconciliada.

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