OPINIÓN
Es urgente la salida de Maduro para lograr la paz en el Catatumbo
Solo con el fin del régimen, todo mejorará en esta región del país, así como en toda América.
Viajar al Catatumbo siempre me fue grato e interesante, en especial por su riqueza natural y la cordialidad de sus gentes. La frontera con Venezuela se ve preciosa desde el avión, siendo el río Táchira su gran protagonista.
La deteriorada situación de orden público en esa región del país no es nada nuevo. Al presidente Duque le hicieron un atentado en esa zona, que pudo costarles la vida a él y los ministros que lo acompañaban. La explosión de un carro bomba contra la Brigada 30 que opera en Cúcuta también fue un hecho lamentable, del que saldrían heridas 36 personas. Tampoco olvidemos que 180 soldados que erradicaban cultivos ilícitos fueron ‘retenidos’ por ‘campesinos’ por varios días, justo por desarrollar esta actividad.
Tanto el atentado del presidente Duque y su comitiva, como la explosión del carro bomba al interior de la Brigada 30, se habrían orquestado desde Venezuela. En ese país se patrocina al terrorismo en Colombia, que está al servicio de la dictadura. A los narcoterroristas de las Farc y el ELN el régimen siempre los ha resguardado y premiado.
La situación que afronta actualmente el Catatumbo es atroz. Cada día se cuentan más muertos y los desplazados aumentan con el pasar de las horas. Con el apoyo de Cuba y Venezuela se firmó el Acuerdo de paz, quienes a su vez fortalecieron sus nexos con los grupos armados ilegales y se convirtieron en el enclave, punto de encuentro y asentamiento de agrupaciones narcoterroristas.
Conversando con moradores del Catatumbo, queriendo entender mucho mejor el conflicto que allí se vive, civiles, que lo padecen diariamente, me manifestaron que luego de la firma del Acuerdo de paz de La Habana, el orden público en esa zona del país se había tornado mucho peor.
Maduro, a finales de agosto del año pasado, afirmó que cuenta en Colombia con muchos aliados que están dispuestos a todo por la paz en Venezuela. El ELN claramente está en esa lista, al igual que las Farc, que le debe favores, tanto las disidencias como el Partido Comunes. No olvidemos que Sandra Ramírez, congresista de ese partido, fue la única senadora colombiana que acudió a la posesión de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela en un acto que, ante los ojos del mundo, fue una pantomima que burló la democracia del vecino país.
Maduro tiene como garantía para quedarse en el poder a la fuerza, representada en el ejército venezolano, así como en los colectivos chavistas, los grupos narcoterroristas colombianos y el terrorismo islámico. Hezbolá lleva años operando en Venezuela y ahora, desde que Gustavo Petro es presidente, se está instalando en Colombia teniendo como enclaves a la Costa Caribe, varios municipios de Cundinamarca y Bogotá.
Asimismo, tanto miembros de Hezbolá como de la Fuerza Quds; este último, brazo paramilitar de élite del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán, estarían entrenando en el manejo de explosivos y drones a las guerrillas colombianas. Gustavo Petro, quien cada vez se esmera más en tener las mejores relaciones con el terrorismo islámico, en su último trino en respuesta al presidente Trump, ahora dice que nuestra sangre, refiriéndose a la colombiana, viene del Califato de Córdoba, un estado musulmán que habría existido en la península ibérica desde el año 929 hasta el 1031 después de Cristo. Una mentira más de las tantas que pretende comprender en realidad, pues el grueso del ADN de los colombianos es español, indígena y afro.
De acuerdo con un estudio del Grupo de Genética Molecular (Genmol) de la Universidad de Antioquia, los colombianos —en promedio— tenemos un 10 % africano, 20 % amerindio y 70 % europeo.
Si se quiere solucionar buena parte de la problemática existente hoy en América Latina, lo primero es acabar con la dictadura en Venezuela. Tiene que generarse lo antes posible una salida para el dictador venezolano, de lo contrario, el narcotráfico y la inmigración ilegal se fortalecerán cada vez más en el continente americano.
Si se quiere tener una paz duradera en el Catatumbo, para debilitar a las estructuras armadas del ELN y las disidencias de las Farc, se debe primero debilitarlas militarmente, siendo una de las primeras medidas el evitar a toda costa que uno de sus principales financiadores y patrocinadores, como lo es el régimen de Caracas, lo siga haciendo.
Ojalá en el Congreso de Estados Unidos, la Casa Blanca y el Departamento de Estado, esto cada vez sea más claro, pues están en juego no solo la lucha contra la inmigración ilegal y el narcotráfico, sino por la supervivencia de las democracias liberales en el mundo.
Es urgente la salida de Maduro para lograr la paz en el Catatumbo.