Cartagena
“Es desatinado manejar la política exterior basado en las emociones”: Dumek Turbay criticó manejo diplomático de Petro con EE.UU.
El alcalde de Cartagena habló con SEMANA de este y otros temas del orden nacional que afectan a su ciudad y a todo el país.
SEMANA: ¿Qué opinión merece la polémica entre Estados Unidos y Colombia? ¿Cómo se vería afectada Cartagena?
Dumek Turbay (D. T.): Más que emitir una opinión o juzgar las decisiones o acciones del presidente Petro, creo que siempre será desatinado manejar temas de política exterior basándose en las emociones o ideologías. Que la crisis, la cual parece tendrá muchos más capítulos en estos dos años, invite a la sensatez en el manejo diplomático de los principales actores del continente.
Debemos dejar de lado las ideologías y las mediciones insulsas de poder, para así evitar retroceder en el tiempo, fragmentando a un continente en cuanto a unión multilateral, política exterior, comercio, derechos humanos y respeto geopolítico. No hay que mezclar estados de ánimo ni ideologías con la diplomacia. Debe imperar lo estratégico y lo pragmático, para evitar pronunciamientos innecesarios de parte y parte.
SEMANA: Cuando ocurrió el impasse entre Petro y los Estados Unidos, los mandatarios de Asocapitales levantaron la mano (en voz de protesta) e incluso se ofrecieron para restablecer relaciones. ¿Cree que el presidente se equivocó y puso gran parte de la economía local en riesgo?
D. T.: La historia americana de los últimos tiempos ha resaltado siempre que las buenas relaciones en agendas bilaterales y la cooperación internacional dinamizan la economía y generan desarrollo en las comunidades donde más se necesita. Este tipo de controversias mediáticas solo provocan graves consecuencias para nuestros países y sus regiones. En Cartagena, uno de los motores de nuestra economía es el turismo, sector en el que cada año recibimos un 36 % de estadounidenses, y siempre hemos tenido las mejores relaciones de cooperación con la Casa Blanca, sin importar el partido que la habite.
Minar esta dinámica va más allá de las redes sociales de gobernantes e impacta directamente en el bolsillo y en los hogares de miles de empleados del turismo en Cartagena; ni qué decir de lo lamentable que sería la cancelación de programas sociales del Gobierno estadounidense, a través de la Usaid, en nuestro territorio o la grave afectación a todos los sectores de la economía que dependen de las exportaciones o de cómo fluctúa el dólar. El 25 % de las importaciones de Colombia van hacia Estados Unidos.
Comprar peleas inanes con nuestro principal socio comercial, solo por una malquerencia ideológica o una decisión unilateral a la que puede dársele mejor trato diplomático, considero que siempre será un despropósito que no saldrá bien, venga de donde venga, en el lenguaje que sea tuiteado. La protesta de Asocapitales o de mandatarios que alzaron la voz es válida, aunque posiblemente sorteada la crisis y el fragor de la polémica, lo que debe imperar es el llamado de los gobernantes a la sensatez, la prudencia y a la cordura. Es lo que debe primar. Hay que ser estratégicos y no cazadores de personalismos o golpes de opinión.
SEMANA: ¿Cómo es eso que Cartagena está trabajando en sus proyectos sin recursos del Gobierno Petro?
D. T.: Nuestro primer año de gobierno fue un 2024 en el que constantemente vimos la falta de respaldo con recursos del Gobierno nacional. Reinventamos y recuperamos una ciudad que recibimos rezagada y caótica con recursos propios del recaudo tributario de Cartagena. Aunque sería injusto no resaltar que algunos ministros sí nos apoyaron en dinámicas clave y en salvar procesos, como el exministro German Umaña, de Industria, Comercio y Turismo; el director de la UNGRD, Carlos Carrillo; el ministro de Cultura, Juan David Correa; el exministro Mauricio Lizcano o el excanciller Luis Gilberto Murillo.
Aunque quien más se proyectó como nuestro mayor aliado fue Juan Fernando Cristo, desde que llegó a la cartera del Interior, quien gestionó $ 15 mil millones para fortalecer la seguridad en Cartagena, y sigue propiciando la mejora de las relaciones entre el Distrito y el gabinete del presidente Petro. En 2025, el año que hemos llamado como “el de la consolidación”, aspiramos a que el apoyo del Gobierno Petro sea mayor e integral. Ya la gente está mamada de las quejas, las diferencias políticas o las agendas ideológicas. La gente quiere obras y proyectos de superación de la pobreza y de desarrollo sostenible.
SEMANA: ¿Cuál es la deuda del Gobierno Petro con el Caribe incluyendo a Cartagena?
D. T.: Creo que ellos saben que es grande. En Cartagena, en la región Caribe, tiene el Pacto Histórico y Gustavo Petro un gran epicentro electoral, el cual reclama mayores inversiones sociales en armonía con los planes de desarrollo y los proyectos locales. Esto no se trata de quién llega primero a la comunidad, sino de llegar de forma acertada, integral y congruente con los contextos.
Pero esto no se trata netamente de irrigar recursos para megaproyectos como la terminación de la vía Perimetral en Cartagena, sino de resetear el chip político que traba importantes proyectos como el de la recuperación del Canal del Dique. Ya no solo está suspendido por la exigencia de una licencia ambiental que llena de incertidumbre la materialización del proyecto, sino que ahora sufre un recorte presupuestal de vigencias futuras.
Este recorte presupuestal genera tres efectos gravísimos para el ecosistema de Cartagena. El sedimento del río Magdalena que llega a la bahía de Barbacoas está acabando con los corales de las Islas del Rosario. La muerte lenta de estos ecosistemas se da por la deposición acelerada de solidos provenientes del canal.
Segundo, nos niegan la posibilidad de salvar la bahía de Cartagena, poniendo en peligro la operación portuaria de nuestra ciudad, uno de los sectores económicos más importantes, pues el sedimento que contamina a la bahía rellena con lodo, lo que poco a poco hace que el cuerpo de agua tenga cada vez menos posibilidad de recibir barcos de gran calado.
Por otro lado, en verano, el flujo del Canal del Dique se merma, casi que desaparece, provocando una cuña salina que entra en la Planta de Puerto Badel de Aguas de Cartagena. Se trata de agua salada de la ciénaga de Dolores y Juan Gómez que saliniza el agua cruda que abastece la red de acueducto de Cartagena. El agua se pone salobre, y las compuertas del proyecto del Canal del Dique están planeadas para evitar esto.
Por lo que, con el proyecto, se asegura el suministro de agua potable a más de un millón y medio de personas, ya que se evita la intrusión salina en verano, mediante las compuertas de Puerto Badel.
Yo creo que lo más sensato a esta altura es convencernos de que el proyecto del Canal del Dique verá la luz con un próximo presidente. Ya no es solo la incertidumbre de suspender la megaobra más necesaria para el medioambiente de Cartagena al exigir una licencia ambiental que dilataría el inicio de la intervención por años, afectando el interés de la firma constructora, sino que ahora estamos ante un nuevo escollo multimillonario que aleja aún más la posibilidad de ver a nuestra bahía con un turquesa que refleje limpieza y sostenibilidad.
Son $ 710.000 millones congelados bajo el eufemismo de un aplazamiento de vigencias futuras que le niegan la posibilidad a Cartagena de gozar de un proyecto que oxigenaría a nuestra bahía, a la ciénaga de La Virgen y a todos los cuerpos de agua que el sedimento del río Magdalena contamina.
En un enésimo llamado al Gobierno nacional, tras conocerse este recorte, invitamos a destrabar el Proyecto del Canal del Dique, suspendido por la espera de una licencia ambiental de la Anla. La ciénaga de La Virgen, nuestro mayor cuerpo de agua, agoniza por la falta de oxigenación que este proyecto le daría. La bahía de Cartagena recibe sedimentos del Canal del Dique, causando un desastre ambiental ampliamente estudiado, alterando la biodiversidad acuática y todo tipo de ecosistemas.
SEMANA: ¿Cómo ve usted la paz total del Gobierno Petro que terminó en una guerra en el Catatumbo?
D. T.: Sin lugar a dudas, la inseguridad está dejando cifras negativas históricas en todos los rincones del país. En las ciudades capitales están disparados los sicariatos, derivados de guerras de bandas criminales al servicio del narcotráfico, las rentas ilegales y la extorsión. Y en la Colombia rural, los bandidos de distinto brazalete han reapropiado territorios, dejando una estela de sangre, caos y desplazamientos en el Catatumbo, en el sur de Bolívar y en el Cauca, por ejemplo.
Esto deja a entrever que hay una ausencia gubernamental del nivel central, una fractura Estado-territorio que se alimenta con la centralización de recursos en Bogotá. Más allá de las discusiones sobre la regularización o legalización de la droga o de orientar la política de la paz total, la cual ha demostrado que flaquea en su poder de negociación y lo que hace es fortalecer las filas criminales, considero que es pertinente comenzar a hablar en serio del empoderamiento regional: una autonomía en todos los sentidos financieros, administrativos y de regalías que se traduzcan en proyectos sociales que cambien dinámicas y transformen dimensiones. La pobreza y el hambre son ingredientes para el caldo de cultivo del que se nutre la violencia y la delincuencia.