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Los emberás regresan a sus tierras en Bagadó, Chocó, con el apoyo de la Unidad para las Víctimas
La última de estas jornadas de regreso se desarrolló con la llegada de 102 familias.
Una vigilancia especial es adelantada por la Unidad para las Víctimas, con el objetivo de garantizar el cumplimiento de los 103 acuerdos que se tienen establecidos hasta el momento para el retorno de las comunidades emberás a sus territorios.
De acuerdo con la directora de la entidad, María Patricia Tobón Yagarí, el Gobierno del presidente Gustavo Petro se ha encontrado con una realidad desbordada acerca del gran número de núcleos familiares que desean regresar a sus tierras, lo cual debe hacerse bajo principios de voluntariedad y en óptimas condiciones de seguridad.
“La última de estas jornadas de regreso se desarrolló con la llegada de 102 familias emberás que se encontraban en la ciudad de Bogotá, las cuales en la Unidad es definir los escenarios con las diferentes entidades y hacer el seguimiento para que se brinden todas las garantías institucionales en este proceso”, afirmó.
Una vigilancia especial es adelantada por la Unidad para las Víctimas, con el objetivo de garantizar el cumplimiento de los 103 acuerdos que se tienen establecidos hasta el momento para el retorno de las comunidades emberás a sus territorios en Risaralda.
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Posteriormente, estas 243 personas se dirigieron a su territorio ancestral en la zona del Alto Andágueda, ubicada en el municipio de Bagadó en el departamento del Chocó, para unirse a las otras 537 familias que ya se encuentran en esa área desde finales de 2022.
Para Luis Eduardo Torres Ramírez, quien es el director territorial de la Unidad para las Víctimas en el Eje Cafetero, la unión entre el Gobierno Nacional, las diferentes gobernaciones y municipios; ha logrado que este proceso de retorno sea sostenible y se cumpla de manera ordenada para satisfacer las necesidades básicas de la población desplazada.
Destacó la entrega a las 639 familias, que están conformadas por 1.883 personas, de Kits de hábitat para robustecer su regreso al territorio en condiciones dignas; así como ayudas para el transporte en mulas que les permitan acceder hasta los lugares más remotos.
“Esperamos que estos sean los componentes que permitan reconfigurar el tejido social de cada una de nuestras comunidades a las cuales nos debemos. Por eso, es necesario seguir reivindicando sus derechos a partir del respeto por sus formas organizativas en un constante diálogo, el cual nos permitirá avanzar mediante la égida de la autodeterminación de los pueblos, que es uno de nuestros principios rectores”, manifestó.
Agregó que se continuará trabajando desde el nivel central de la Unidad y la dirección territorial para que se materialicen las propuestas hechas por parte de las instituciones, de tal manera que las familias logren un arraigo pleno en sus territorios, pero siempre dentro de un entorno de paz, dignidad y seguridad.
En esta zona del Chocó los intensos combates entre la Fuerza Pública y el ELN provocaron el desplazamiento de varias comunidades indígenas en las poblaciones de Alto Jarandó, Agua Sal, Capá, Anquiadó, Cereré, Brisas, Curriquití, Río Colorado, Cascajero y Conondó, entre otras.
La región selvática que comprende el resguardo indígena emberá katío del río Andágueda, es rica en oro y recursos hídricos. Se estima que su extensión es de 50.000 hectáreas, lo que significa el 50 por ciento del territorio del municipio de Bagadó, Chocó.
Durante la década de los setenta el resguardo se constituyó legalmente por el desaparecido Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, (Incora), pero la riqueza de sus recursos atrajeron a los grupos al margen de la ley como las Farc, las autodefensas y el ELN; que han protagonizado múltiples actos de violencia en contra de la población como masacres, desplazamientos, extorsiones, amenazas, reclutamiento forzoso y violaciones, entre otros.