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Más radical que Nicolás Maduro: ¿quién es Diosdado Cabello, el ministro que está en el Catatumbo, y por qué genera tanto miedo?
El socio principal del régimen venezolano ha estado por más de 25 años en el ala más radical del chavismo. Estados Unidos lo acusa de narcotráfico y ofrece una millonaria recompensa por su captura.
Diosdado Cabello es la figura central en la política venezolana tras convertirse en la mano derecha del dictador Nicolás Maduro y uno de los líderes más influyentes del régimen chavista, que cumple más de 25 años en el poder. Su trayectoria combina una formación militar con una extensa carrera política y represión, marcada por su lealtad hacia Hugo Chávez y su firme postura con respaldo a la dictadura, sin importar las consecuencias para su pueblo. Por eso, el anuncio de Maduro este miércoles de que Diosdado está “por allá apoyando al pueblo de Colombia en el Catatumbo” generó escozor en un sector del país.
“Aquí estamos en el estado Zulia, en el aeropuerto Relámpago de Catatumbo, en el despliegue ordenado por usted, a todas las fuerzas militares, las fuerzas policiales, y de nuestro pueblo, para este ejercicio Escudo Bolivariano por la paz, la democracia. Primer ejercicio de este año”, dijo Cabello.
Cabello ha sido por años un hombre al que el mundo ha visto como el ala más radical del chavismo y la mano dura del régimen de Nicolás Maduro. Tras el fraude electoral del 28 de julio del año pasado, en que la dictadura le robó la victoria a la oposición, liderada por Edmundo González y María Corina Machado, el rol de Diosdado Cabello ha ido tomando aún más poder. Es él quien ha liderado muchas de las operaciones de represión contra la ciudadanía. Dentro de las medidas tomadas por el dictador está el ascenso de su mano derecha a ministro del Interior y Justicia.
Fiel al régimen
Cabello se graduó como ingeniero en el Instituto Universitario Politécnico de las Fuerzas Armadas Nacionales, donde forjó una estrecha relación con Hugo Chávez. Participó activamente en el fallido golpe de Estado de 1992 liderado por este, lo que consolidó su posición dentro del movimiento bolivariano.
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Tras la llegada de Chávez al poder en 1999, Cabello ocupó diversos cargos gubernamentales de relevancia. Fue nombrado ministro de Interior y Justicia en 2002 y, posteriormente, vicepresidente ejecutivo de Venezuela. Durante el breve golpe de Estado de abril de 2002, que sólo duró dos días, asumió temporalmente la Presidencia y garantizó el retorno de Chávez, lo cual consolidó la confianza que el régimen tenía en él. Entre 2012 y 2016, presidió la Asamblea Nacional, consolidando así también su influencia en el ámbito legislativo.
El duro represor
Reconocido como líder del ala dura del chavismo, el ahora ministro ha sido un defensor inquebrantable de las políticas del régimen. Cabello ha sido acusado por organizaciones de derechos humanos y líderes de la oposición de instrumentalizar las instituciones del Estado para silenciar y perseguir a sus adversarios políticos. Desde su posición como presidente de la Asamblea Nacional entre 2012 y 2016, utilizó el poder legislativo para deslegitimar a figuras de la oposición y fortalecer el aparato represivo del Estado.
Durante su gestión como presidente de la Asamblea Nacional, Cabello promovió leyes que restringieron derechos civiles y políticos, como la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y el Financiamiento al Terrorismo, que ha sido utilizada para judicializar a activistas, ONG y partidos de oposición. También apoyó y, en muchos casos, promovió decisiones de la Contraloría General para inhabilitar políticamente a líderes opositores como Henrique Capriles Radonski, María Corina Machado y Leopoldo López, bajo acusaciones de corrupción o “traición a la patria”.
Cabello ha sido señalado como una de las figuras del chavismo que más utiliza el discurso del odio para desacreditar y amenazar a la oposición. A través de su programa televisivo semanal, Con el mazo dando, que transmite el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV), se ha convertido en una tribuna para atacar a adversarios políticos, periodistas, ONG y cualquier figura crítica del régimen.
El poder de Cabello no sólo reside en su influencia política, sino también en sus presuntos vínculos con las Fuerzas Armadas y los llamados “colectivos”, grupos armados leales al chavismo que operan en barrios populares para intimidar a la oposición. Se le considera uno de los principales defensores del papel de los militares en el mantenimiento del régimen y ha respaldado el uso de estas fuerzas para disolver protestas y garantizar el control territorial.
Líder narcotraficante
La figura de Cabello también ha estado envuelta en controversias internacionales. En marzo de 2020, el Departamento de Justicia de Estados Unidos presentó cargos contra Nicolás Maduro y otros altos funcionarios venezolanos, incluyendo a Cabello, por delitos de narcotráfico y terrorismo. Se les acusó de participar en una conspiración con las Farc para “inundar” Estados Unidos con cocaína. El Gobierno estadounidense ofreció una recompensa de 10 millones de dólares por información que condujera al arresto de Cabello.
En enero de 2025, Estados Unidos incrementó la recompensa a 25 millones de dólares, intensificando las sanciones económicas y restricciones de viaje contra funcionarios vinculados al chavismo. Estas medidas buscan presionar al Gobierno venezolano en medio de denuncias de fraude electoral y cuestionamientos sobre la legitimidad de la reelección de Maduro.