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Cambio climático: las claves para que Colombia esté mejor preparada

La adaptación al cambio climático es hoy una necesidad urgente. Diversificación energética y modernización son vitales.

Camilo Prieto Valderrama*
22 de febrero de 2025, 1:09 p. m.
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Chulos se aglomeran en el puerto de la plaza de mercado de Puerto Salgar Sequia fenomeno del niño | Foto: Guillermo Torres

El fenómeno de El Niño y su contraparte, La Niña, son manifestaciones del sistema climático global conocidas colectivamente como ENSO (El Niño-Southern Oscillation). Estos fenómenos representan la mayor fuente de variabilidad climática en la región tropical del océano Pacífico y, aunque no son una manifestación directa del cambio climático, sus efectos pueden superponerse y amplificarse en un contexto de calentamiento global. Esta superposición intensifica eventos climáticos extremos, lo que genera repercusiones profundas en sistemas energéticos, económicos y sociales.

Camilo Prieto Valderrama, profesor de energía y sostenibilidad de la Universidad Javeriana.
Camilo Prieto Valderrama, profesor de energía y sostenibilidad de la Universidad Javeriana. | Foto: Archivo particular

En Colombia, la alta dependencia de fuentes hídricas para la generación de energía eléctrica convierte al país en un territorio particularmente vulnerable a las fluctuaciones climáticas asociadas a ENSO. Durante los episodios de El Niño, las precipitaciones disminuyen de manera significativa. Esta reducción en las lluvias conduce a una caída en los caudales de los ríos y en los niveles de los embalses, lo que impacta directamente la generación de energía hidroeléctrica. Como resultado, se incrementan las tarifas eléctricas y, en escenarios extremos, se presentan riesgos de racionamientos de energía. El Niño 2015-2016 y el de 2023-2024 son ejemplos recientes y reveladores: ambos fenómenos pusieron en evidencia la vulnerabilidad del sistema eléctrico colombiano frente a sequías prolongadas.

Por el contrario, La Niña se caracteriza por un aumento en las precipitaciones. Aunque esto podría parecer un alivio para un sistema hidroeléctrico, el exceso de lluvias puede provocar inundaciones y deslizamientos de tierra. Estos eventos afectan la infraestructura de servicios públicos, contaminan fuentes de agua potable y dañan redes de distribución eléctrica.

Ante esta realidad, la adaptación deja de ser una opción para convertirse en una necesidad. En este contexto, Colombia debe adoptar medidas proactivas. La diversificación de la matriz energética es una prioridad: reducir la dependencia de la generación hidroeléctrica e incorporar fuentes alternativas como la energía solar, eólica y biomasa es imperativo. Sin embargo, los proyectos eólicos en La Guajira enfrentan obstáculos significativos, lo que demanda soluciones urgentes para aprovechar el potencial de esta región.

Adicionalmente, invertir en la modernización y mantenimiento de las redes de transmisión eléctrica y de distribución de agua permitirá mejorar su resiliencia frente a eventos climáticos extremos. Esto implica implementar planes de manejo sostenible de cuencas hidrográficas y proteger ecosistemas clave, como los páramos, fundamentales para la regulación hídrica. Es crucial fortalecer los mecanismos de monitoreo climático para garantizar respuestas oportunas ante la inminencia de fenómenos ENSO, así como el estudio de las aguas subterráneas nacionales. La implementación de las anteriores estrategias debe estar atravesada por la educación ambiental, promoviendo prácticas responsables en el uso de recursos como el agua y la energía.

*Profesor de energía y sostenibilidad de la Universidad Javeriana.