Literatura
De por qué la obra de Clarice Lispector es imprescindible en el panorama literario hispanoamericano
Para celebrar el centenario de su nacimiento, Arcadia vuelve a publicar este artículo de la Lista Arcadia 2019, en el que la investigadora y poeta Gina Saraceni hace un recorrido por la obra de esta autora brasileña.
Si pensamos en el incremento de lectores de la última década, la obra de la escritora brasileña Clarice Lispector (Chechelnik-Ucrania, 1920 - Río de Janeiro, 1977) constituye un fenómeno de recepción singular. La traducción y publicación de sus novelas, cuentos y crónicas en editoriales como la española Siruela, y las argentinas Corregidor, Cuenco de Plata, Adriana Hidalgo, han contribuido a un mayor acceso a su conocimiento y lectura. Pero no deja de ser inquietante la pregunta acerca del por qué del actual boom-Lispector; a qué se debe su auge y el interés que diferentes públicos tienen por su obra, más allá del indiscutible valor literario y estético de sus escritos.
Si partimos del hecho de que su lengua es el portugués, no deja de llamar la atención el hecho de que en las encuestas sobre escritoras en español de los últimos cien años aparezca mencionada, como si el factor “otro idioma” no tuviese un peso o no fuera tomado en cuenta. Quisiera mencionar algunas cuestiones implicadas en su obra que pueden explicar la recurrente mención de esta autora como una voz imprescindible del panorama literario hispanoamericano.
La primera tiene que ver con el género. Lispector interviene de modo provocador la figura de la esposa/ama de casa/madre/hija con la finalidad de mostrar los límites y fisuras de la vida doméstica y del sistema patriarcal. De este modo, pone al descubierto otros modos de desear y sentir de la mujer que desestabilizan la vida de los sentimientos burgueses haciendo que aparezcan sus defectos y su “desastre”, como se observa, por ejemplo, en el libro de cuentos Lazos de familia (1960).
La segunda está relacionada con la emergencia, en el pensamiento contemporáneo y en los debates académicos, de la pregunta por la vida, por la (bio)política que la administra y controla, y el discurso de la especie que clasifica y jerarquiza a los vivientes. Desde sus primeros cuentos y su primera novela (Cerca del corazón salvaje, 1943) hasta sus obras posteriores (La pasión según G.H., 1964; Agua viva, 1973), Lispector propone un pensamiento sobre la vida en términos de intensidad, de “sentir”, de indeterminación y devenir, muy cercanos a las propuestas actuales que buscan desbaratar la visión humanista que pone a lo humano por encima de otros cuerpos vivos. “No haber nacido bicho es una de mis mayores nostalgias” es una de las tantas frases de la autora que puede dar cuenta de su voluntad de pensar la vida humana como un “montaje” de obligaciones, conductas, gestos que impiden tocar el núcleo de la vida. El haberse anticipado a lo que hoy es una preocupación política y social central puede ser un factor determinante de su actualidad y de que se lea tanto en las carreras, maestrías y doctorados de literatura, y de que la lean lectores muy heterogéneos.
La tercera cuestión tiene que ver con cómo escribe Lispector; es decir, con la forma y el estilo de su escritura. Si bien escribió cuentos, crónicas, novelas, cartas, cuando entramos en su universo narrativo lo primero que nos ocurre es que nos extraviamos porque no sabemos exactamente qué estamos leyendo. Flujo de pensamiento, prosa poética, meditación, ensayo filosófico, narración, monólogos se alternan y confunden, y eso tiene implicaciones en lo que la autora entiende por “literatura”. A pesar de su complejidad y dificultad, Lispector toca la sensibilidad de los lectores porque cuestiona los modos de pensar convencionales y sugiere otras posibilidades de comprensión de la vida, el amor, el mundo y la literatura misma.
Esta expansión e inespecificidad de la forma, y también la presencia de referencias que intersectan campos del conocimiento distintos, conecta a la obra de Lispector con un interés de la crítica literaria contemporánea, pues su literatura está en el límite de los géneros y de las formas.
Todo lo anterior explica la actualidad de Lispector. “Todo lo que escribo está ligado, por lo menos dentro de mí, a la realidad que vivimos”, escribió. Y la vida es ineludible, ambigua, indefinida, inaprensible, desbordada, cruel, asombrosa, seductora, exigente, como sus libros.