EL PARQUE EXPLORA

La ciencia de la vida

Emparentar lenguajes que parecen distantes, como el de la ciencia y la cultura, ha sido una de las apuestas del principal parque científico del país. ¿Cómo lo ha logrado?

Paola Hincapié* Medellín
21 de agosto de 2015
El Parque Explora es una de las iniciativas públicas más relevantes de la ciudad.

Parque Explora no solo cambió la zona norte de Medellín con la imponente estructura roja que parece latir desde las alturas. Puso a la gente a escuchar tango para entender el agua, a lograr un concierto del caos, a ver la belleza de una chucha. Apartó los datos de la ciencia y se puso a conversar con la  gente sobre ella: teatro, música, literatura y arte son la fórmula natural para lograr, por ejemplo, que 4.000 personas decidan recorrer el espacio desde los planetas de Gustav Holst acompañados por  la música de La guerra de las galaxias, todo mientras 70 músicos en vivo dirigen el viaje.

¿Qué puede salir de un equipo de físicos, artistas, matemáticos, comunicadores, biólogos, literatos, diseñadores industriales y gráficos? Tal vez la fórmula para que la ciencia en Medellín ya no sea vista desde los fríos muros de laboratorio y los clichés de bata blanca, sino desde la vida misma: “Todo el significado de Explora ha sido el perfil de la ciencia como una aventura cultural. La apuesta no es solo ser una obra física sino una conversación pública y vigorosa, y eso solo se logra a través de un lenguaje donde hablemos todos y podamos llegar ahí”, dice Ana Ochoa, directora de Comunicaciones del Parque.

Las exploraciones personales de quienes integran el equipo muchas veces resultan en una experiencia pública alrededor de la ciencia: “En el momento en que el Parque arranca se buscan estrategias de apropiación del conocimiento y hay gente que pertenece a ese grupo y está involucrada con el teatro. Entonces dicen: por qué no lo usamos como herramienta para comunicar y de ahí sale este grupo en el que nos hacemos muchas preguntas: ha habido unas búsquedas muy locas, desde el clown científico hasta discusiones con otros lugares del mundo en los que también se hace el teatro ciencia. Nuestra postura es que ninguna de las dos disciplinas debe instrumentalizar a la otra”, explica Claudia Aguirre, directora de Educación de Explora y quien lideró en mayo el congreso de la Red Pop –Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología– que desde hace 25 años trabaja por la apropiación social del conocimiento en Latinoamérica y el Caribe.

“Ciencia en Bicicleta” es el programa más viejo del Parque. Desde 2005 cuenta con unos 320 episodios. Y algunos lo catalogan como el ted criollo, donde sus protagonistas son voces de la ciencia, muchas emparentadas con el arte: desde la maestra Beatriz González explicando los ilustradores de la Comisión Corográfica, pasando por Teresita Gómez con “Tango y Agua”; o la primera charla que fue “La Emergencia de las formas en la naturaleza: la elipse, la espiral, la esfera, el hexágono”; y por qué esas formas tienen especial significado.

No es raro que los sonidos de Pink Floyd salgan del domo de el Planetario, o que se relacione a Bach con las matemáticas o a la física con el joropo. La música ha sido un vector ideal de comunicación de la ciencia. Con el sonido se han hecho exploraciones, fue el caso de José Manuel Behringer, uno de los primeros invitados, con el que se hizo “Un viaje por la nada sonora”, para demostrar que la nada no existe. Las estrellas suenan, las montañas suenan. También está el concierto para microscopio y guitarra con generación de imágenes en vivo. Una lista de experiencias que empiezan a argumentar la gestión de las dos líneas directivas del Parque: Educación y Comunicaciones.

Las múltiples miradas alrededor de un tema científico se convierten en un mensaje original que atrapa la atención no solo de un público especializado. Desde el diseño de las piezas gráficas, ajenas a una agencia de publicidad y hechas por artistas que pertenecen al equipo, hasta la forma en que se cuestiona al ciudadano sobre la ciencia con una valla en vías de alto flujo en Medellín.

La literatura también se integra a las formas de contar la ciencia: un ejemplo es la serie Maravillosos perseguidos, donde la chucha es abordada desde la escritura, la calle, el irritante mal olor, hasta un hombre mujeriego. La cucaracha puede protagonizar un material de biología, al tiempo que figura en una copla de la Revolución mexicana: “Es así como le permites a la gente emparentar la ciencia, que ha tenido la temperatura de los laboratorios, con la temperatura de la vida”, argumenta Ana Ochoa tras el escritorio enmarcado por las memorias de los proyectos de los que habla; sea en fotos, dedicatorias de invitados o afiches con el trazo original de algún miembro del equipo.

Tal vez los resultados de Explora se justifiquen cuando ella asegura: “Nosotros para todo el mundo representamos una fuga maravillosa; para los artistas somos una fuga hacia la ciencia; para los científicos, una fuga hacia la calle, del laboratorio a la belleza y al arte. La gran conquista es que le hemos hecho una fisura al significado de la ciencia y del arte y por esa nos hemos escapado con la gente… en pocas palabras, la ciencia en Explora no es para gente en bata blanca, sino para los de tenis y camiseta”.

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