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¿Peligra la taza de tinto de los colombianos?

En un momento de posconflicto y tras varias crisis en las cosechas, la industria cafetera debe volver a posicionarse para un mejor futuro.

19 de mayo de 2017
| Foto: Comercial

El hogar colombiano promedio compra café una vez a la semana. Además, el 50% de su consumo se da por fuera de casa. La taza de tinto es vital para el país y se mantiene como una tradición de su cultura. Los colombianos se enorgullecen de la calidad de su producto y por eso mantienen la confianza en la cosecha local. Sin embargo, no hay que dar por sentado que el café colombiano pueda seguir sosteniendo la creciente demanda de producto. Sin quién trabaje el campo y con pocos incentivos para la industria, puede que encontrar un tinto colombiano se vuelva cada vez más difícil y caro.

El año pasado, el café colombiano tuvo récord de producción. Entre diciembre de 2015 y noviembre de 2016 se produjeron 14,4 millones de sacos de 60 kilogramos, la mayor cifra en los últimos veinte años. Además, los cafeteros se vieron beneficiados por una importante revaluación del dólar que, alcanzando los 3.000 pesos, les dio un aumento significativo en sus ganancias por exportaciones.

Este fue un merecido respiro para la industria, que lucha por recuperarse tras una fuerte crisis entre 2008 y 2012. En esos años la producción casi se reduce a la mitad, por varios motivos, como el duro impacto climático, la crisis económica mundial y el aumento de la violencia en el campo. Afortunadamente, las circunstancias han cambiado y las condiciones se han dado para que el panorama pueda ser bastante favorable en el futuro cercano.

Actualmente la Federación Nacional de Cafeteros lucha por mejorar las condiciones del sector. La agremiación colombiana, que cumplirá noventa años en el 2017, ha persistido para mantener el bienestar de casi medio millón de caficultores. Han logrado que, a pesar de no ser más el producto agrícola líder, se mantenga la relevancia y el significado cultural del café dentro de la sociedad colombiana y el mundo.

Sin embargo, el sueño de renovación se ha encontrado con un gran obstáculo en materia laboral. El negocio del café en Colombia todavía es esencialmente manual, así que en épocas de cosecha depende del flujo de trabajadores temporales. Hasta hace 20 años, miles de campesinos hacían rondas por todas las fincas de la región para ser recolectores e incluso se forjaban mitos sobre aquellos que rompían récords de sacos llenos de grano. En los últimos dos años, la Federación se ha visto en la necesidad de realizar convocatorias casi nacionales por la escasez de mano de obra y aun así no ha logrado captar la fuerza laboral que requiere para las cosechas.

Son varios los motivos para la falta de manos para cosechar el café. Tanto la falta de renovación generacional en el campo como la fuga hacia las ciudades tuvieron su carga en la situación. Principalmente, el campesino dejó de ver en la recolección del café una alternativa viable porque no le ofrecía condiciones laborales favorables.

Con una población campesina en continua disminución, la industria cafetera no ofrece las garantías a los trabajadores para preferir quedarse en el campo. La producción agrícola es simplemente muy costosa. Los costos de funcionamiento y transporte hacen que, a pesar de las buenas perspectivas para la producción, el retorno de la inversión sea tan poco que hace el negocio prácticamente inviable. Eso sin contar la falta de avances tecnológicos hacia una mayor mecanización que lograría por fin reducir costos y llegar así a una rentabilidad decente. La misma Federación ha resaltado esta situación, explicando que deben fortalecer la infraestructura cafetera, de manera que no dependan tanto de factores externos, como los precios internacionales, la fluctuación de trabajadores y el clima.

Ya se están tomando medidas para remediar la situación. Multinacionales como Nestlé están desarrollando ambiciosos planes para estimular la producción cafetera. El PLAN NESCAFÉ®, que opera desde 2010, ya ha entregado 38 millones de plantas resistentes a la roya; 5.859 hectáreas de cultivo de café renovadas; más de 34.000 productores capacitados en buenas prácticas agrícolas, y más de 21 millones de plantas fertilizadas.

El café, que anticipaba ganancias de unos siete billones de pesos para el año pasado, es uno de los productos agrícolas de mejor proyección en Colombia. Como el resto del sector agrícola, es víctima del atraso y la falta de financiamiento. Una problemática que requiere soluciones inmediatas. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) evaluó la situación del campo y dio esperanzas al país, con tal que aumente la inversión y se tomen políticas adecuadas. Instó especialmente al sector privado a entrar al negocio, ya que la carga económica es muy pesada para el Estado.

Por esto el PLAN NESCAFÉ® y sus 5 millones de dólares invertidos han sido significativos para la mejora en la producción en los últimos años. Sin embargo, todavía les queda mucho camino por recorrer y en el futuro esperan mejorar la sostenibilidad del negocio y trabajar de mano con el Estado para que el café se convierta en una de las herramientas para llevar la paz a territorios que antes eran de conflicto.

Poco se imaginan los colombianos que para tener en su mesa un tinto de calidad cada mañana hay una lucha en la queAnte la reducción de la violencia en el campo gracias al cese al fuego con las Farc, ya no hay excusas para no apostarle al café. Se deben aprovechar los estándares de calidad que asegura el trabajo de décadas de la Federación y maximizarlos con una modernización de los procesos. Hoy se tienen todas las condiciones para mejorar la competitividad e incluso volver a una posición de liderazgo en el mercado mundial, con tal que se tomen las acciones necesarias.