CONCIERTO

“Vamos a bailar una vez más”: Dave Grohl

El líder de Foo Fighters cumplió con su promesa: volver a Colombia, pero esta vez lo hizo acompañado de Wezeer y Tenacious D. Una exquisita combinación del que podría ser el mejor concierto de rock del año. Crónica de Edwin Tamayo.

Edwin Tamayo Rueda*
2 de octubre de 2019
| Foto: Ocesa

Estridencia, redobles, euforia, desahogo y plenitud de adrenalina, los Foo Fighters ya están en la tarima destrozando la calma y el silencio de su ausencia. El grito rasgado y profundo de Dave se repite, “están listos...” Destellos dorados se alzan en las tribunas, All my Life inicia sus acordes y se desata la explosión en cadena del rock.

Ya estamos entre nubes sonoras y Learn to Fly nos acompaña en nuestro vuelo, el cielo despejado y una luna nueva muy delgada, nos afirma que la lluvia no nos acompañará. Las armonías de la falsa calma de The Pretender nos invaden, un incisivo redoblante se repite y se repite, el anuncio de batalla nos invita al campo del éxtasis, para desbordar todos los lamentos que nos invaden.

Aparecen las estrellas en el espacio del "coloso de la 57", miles de ellas crean un universo de linternas que decoran The Sky Is a Neighborhood. Coros potentes acompañan el manto de luz que Grohl ve fascinado. La música desaparece y él atónito y conmovido solo puede expresar... “Ustedes son la mejor audiencia del mundo... es verdad”.

Times Like These es la antesala de la reafirmación de que Taylor Hawkins es uno de los mejores bateristas del rock por estos días. La batería se eleva entre tentáculos de acero; su bombo con el rostro de Noel Gallagher, tones y redoblante crean una sinfonía de retumbes perfectos. La importancia y protagonismo de Taylor en la banda ya no tiene discusión.

Dave Grohl

“Yo no hablo español; Weezer habla español”. Dave quería conversar un poco con su auditorio. “Yo recuerdo haber estado aquí hace cuatro años. Y fue una locura, cuando entramos al escenario todos estaban con globos, ese fue el inicio más hermoso de un concierto de la banda en su historia”.

Entre la calma llegaron My Hero y These Days la intensidad regresó con Walk. Los ánimos tomaron fuerza, y de nuevo El Campín empujó las voces intensas de sus asistentes hacia el escenario, Dave no podía dejar de estar agradecido. “Es perfecto. No nosotros, ustedes”.

Mis piernas ya estaban temblorosas, la garganta estaba hinchada y la cabeza a punto de reventar. Mis canillas no resistían un golpe más con el espaldar de la silla de enfrente, cada vez que saltaba un nuevo golpe me recibía. Tenía morados y raspaduras como si hubiera jugado fútbol con los “leñeros” más temidos del barrio de al frente.

La banda se presenta uno a uno. Taylor baja y Dave sube a la batería. Rogaba porque no tocaran el cover de Queen Under Pressure, ya lo había escuchado en el concierto pasado. Pero así fue. Grohl igual tocó con la energía de siempre entre trazos fuertes y contundencia en los parches.

Antes de llegar al estadio me tome unas cervezas en las inmediaciones. Converse con un amigo colombiano de Rami Jaffee teclista de la banda, él le había dado unos pases para que lo acompañara detrás de bambalinas, lamentablemente no tenía unos de sobra.

Ya cuando partía me encontré con el comediante Diego Mateus, en la charla él se comprometió que propiciaría el pogo en lugar del uso indiscriminado y nefasto del celular en el concierto. Rompería filas y haría de la danza rockera su prioridad. Ojalá lo haya conseguido sin perder la pluma de oreja izquierda.

Las despedidas tempranas empiezan a llegar. Monkey Wrench, Hey, Johnny Park, Wheels en una versión suave y de nuevo con el entorno iluminado como lo pidió Dave. Best of You calentó de nuevo las afónicas voces y el final se acercaba inevitablemente.

“Vamos a bailar una vez más”. El riff azulado de la Gibson de Grohl entona Everlog. El mismo épico final de hace cuatro años se veía venir. Sin pirotecnia, pantallas descomunales, luces desbordantes, cambios de vestuario, coreografías y escenarios imponentes. Solos ellos los Foo Fighters con ropajes lejos de la pretensión y una humilde pero única aura rockera. La hermandad entre la banda y su público en Bogotá está más que consumada. Esta lealtad ya traspaso el mundo y las memorias de la banda para siempre.

“Colombia es pura bacanería”.

Weezer en Bogotá


Weezer, estuvo a la altura de la ocasión y no se guardó nada de su generosa cantidad de buenas canciones. Hablaron en castellano y con palabras muy locales. Es una banda que conoce muy bien el código de los buenos riffs y los coros pegajosos. Parecen de una mentalidad superior con pasos cautos y calma al pronunciar. Calentaron muy bien al público, dejaron la vara en lugar indicado.

Lamentablemente no logre ver bien a Tenacious D, solo su última canción al entrar. Unas cervezas y la regateada de la camiseta de los Foo para el concierto me retraso. Disculpas Don Jack Black pero su película “La Escuela de Rock” me la sé de memoria.

*Periodista y experto en rock