SOSTENIBILIDAD

Manuel Rodríguez Becerra propone cómo transformar la producción ganadera

Aquí comparte algunas alternativas para que esta actividad pecuaria contribuya a enfrentar fenómenos como el cambio climático, el deterioro de los suelos y la escasez de agua.

Manuel Rodríguez Becerra*
26 de abril de 2020
Manuel Rodríguez Becerra / Investigador ambiental. Autor del libro: Nuestro planeta, nuestro futuro (Random House, 2019) | Foto: César David Martínez

El mundo atraviesa hoy por una crisis ambiental sin precedentes en la historia de la humanidad. El cambio climático, el declive de la biodiversidad, el deterioro de los suelos y la creciente escasez de agua son los cuatro principales fenómenos de esta crisis que se origina en las actividades humanas. Y la ganadería es una actividad que históricamente ha contribuido muy profundamente en su generación, a la que, ahora, debe contribuir a enfrentar.

Examinemos aquí los casos del cambio climático y la biodiversidad, los dos problemas de mayor jerarquía. En el caso de la biodiversidad, aproximadamente un millón de especies se encuentran amenazadas de extinción, fenómeno que está afectando los soportes de la vida en la Tierra, y que tiene graves impactos en el desarrollo de la actividad agropecuaria. En el caso del cambio climático, la ciencia señala que si el incremento de la temperatura promedio de la superficie de la Tierra llega a traspasar 1.5ºC, se producirían desastres ambientales en diversos confines de nuestro planeta, algunos de los cuales podrían llegar a ser catastróficos.

Como lo subrayo en el libro Nuestro planeta, nuestro futuro: “Los seres humanos usan aproximadamente la mitad del área del territorio habitable global para la producción agrícola. Del total de las tierras dedicadas a la agricultura, 77 por ciento se utilizan en la ganadería (incluyendo aquellas para producir alimentos para el ganado) y 23 por ciento en cultivos agrícolas. En los inicios del Holoceno, el peso total de la biomasa de los seres humanos (medida en toneladas) llegaba apenas al 1 por ciento de la biomasa total de los mamíferos. Podemos afirmar que desde entonces hasta hoy, nosotros, llevando de nuestra mano al ganado bovino, hemos conquistado una gran porción de la biósfera y dejado un pequeño espacio para las especies de mamíferos silvestres, que hoy representan el 9,5 por ciento de la biomasa de los seres humanos y el 6,5 por ciento de la del ganado bovino. La consecución de suelos para la ganadería ha sido un detonador definitivo de transformación de los ecosistemas de bosques, sabanas y humedales a nivel global, y desde los años cincuenta del siglo pasado se convirtió en una de las mayores fuerzas destructoras de los bosques tropicales de Suramérica”.

En cuanto al cambio climático, la ganadería ha sido responsable del 18 por ciento de los gases de efecto invernadero de origen humano. Su mayor aporte se deriva de los cambios en el uso del suelo, especialmente la deforestación, con su masiva emisión de CO2. Además, la ganadería es responsable de la emisión de otros gases de efecto invernadero como el metano, producto de la fermentación entérica de los rumiantes. 

Es obvio que la ganadería, desde que surgió hace aproximadamente 10.000 años, ha generado enormes beneficios. Pero hoy se enfrenta a un reto formidable que nunca nos imaginamos hasta hace poco tiempo: contribuir en forma sustancial a la solución de la crisis ambiental. La solución no es eliminar la ganadería de la faz de la Tierra, o que la humanidad se convierta en vegana, como no pocos lo afirman; aunque será necesario disminuir drásticamente el consumo per cápita de carne y de lácteos, más si se tiene en cuenta el incremento de la población en los próximos años.

La primera contribución que puede hacer el sector ganadero es no deforestar un ápice más de suelos para dedicarlos a la actividad. La segunda gran contribución es adelantar en los próximos 20 años una transformación de sus sistemas productivos. Para ello en el mundo tropical contamos con la tecnología de los sistemas silvopastoriles intensivos, que en buena parte ha sido desarrollada en Colombia durante los últimos 40 años. Es una transformación gana-gana: aumenta la productividad, contribuye a la mitigación del cambio climático mediante la captación de CO2 por el sustantivo incremento de la biomasa, enriquece los suelos y la biodiversidad, protege las aguas, e, incluso, disminuye la emisión del metano producida por los bovinos. Manos a la obra.

*Investigador, docente y primer ministro de Medio Ambiente de Colombia.

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