Pequeña y mediana minería

Hijos del carbón

Las poblaciones de la provincia de Valderrama, en Boyacá, consiguieron superarse gracias a este mineral. En los años setenta logró ir a la universidad la primera generación de jóvenes locales que han labrado su futuro gracias a las minas.

11 de agosto de 2017
Desde hace 38 años, José Santos Goyeneche cambió su profesión de policía y cultivador de papa para dedicarse a la minería de carbón. | Foto: Iván Valencia

José Santos Goyeneche tiene 73 años. Sombrero, ruana, botas pantaneras. Empezó en la minería de carbón hace 38 años, luego de haber sido cultivador de papa y policía. La gente que lo distingue lo llama por su primer apellido. Además de respeto, le profesan el cariño que se le tiene a un abuelo entrañable. Para no pocas personas dedicadas al trabajo de la minería de carbón en los municipios de Socha y Socotá, Santos es el paterfamilias.

“Antes de la minería, acá se vivía de cuidar una vaquita. Se sembraba maíz, trigo y papa, pero para el sustento, porque eso no daba plata”. Las familias de campesinos estaban resignadas a la pobreza de la vida en el campo colombiano. “Luego pudimos empezar la minería de carbón y esto cambió. Los jóvenes que hoy trabajan en el socavón comen bien, tienen pago el servicio de salud, llevan plata a su casa y pueden comprarse una moto”. La primera generación de estos pueblos que pudo estudiar en una universidad lo hizo en los años setenta, luego de que sus familias hubieran despegado en el trabajo minero.

Padre de tres hijos, Santos se enorgullece de ser dueño de una empresa minera que emplea a casi 100 personas en toda la cadena productiva: desde el hombre de 25 años que pasa jornadas de ocho horas extrayendo a punta de pica la roca del manto de carbón, pasando por el ingeniero que procura el cumplimiento de los protocolos de extracción, hasta los que se dedican a comercializar ese carbón.

“Así nos tengan rabia, somos los que ponemos la plata para que la economía de esta región funcione. Hace 50 años no había comercio por acá. Ahora hay almacenes de ropa, restaurantes, hoteles, tiendas, porque la gente tiene plata para comprar. Y esa plata la pone la minería de carbón”.

Socha, Socotá, Jericó y Paz de Río son los cuatro municipios que podrían denominarse el corazón minero de la Provincia de Valderrama. De sus entrañas salen, al menos, 1 millón de toneladas de carbón coquizable. Su paisaje es un devaneo por serranías rocosas y también cumbres arropadas con suave hierba, salpicadas de árboles nativos, pinos y eucalíptos. Y cada tanto, este verde es interrumpido por una bocamina o un entable del que cuelga una tolva en la que se deposita el carbón recién extraído.

Socha y Socotá gozan de un clima similar, con una tempratura que alcanza los 15 grados. Jericó es más frío. Situado a 3.100 metros sobre el nivel del mar, es el tercer pueblo más alto del país y su temperatura promedio es de 10 grados. Paz de Río resulta más cálido. Con 18 grados y 2.200 metros de altitud, ha sido un referente histórico de la economía extractiva de Boyacá. Además de carbón, sus tierras también son ricas en hierro.

Al pie de la bocamina principal de la empresa de Santos está la casa con las oficinas. En la pared del pasillo central cuelgan cuadros y tablas con información técnica. Un cartel ubicado en la entrada de la mina dice: ‘Lo más importante que debe salir de la mina es el minero’.

Santos se queja de la mala fama que le ha brotado a la industria extractiva en general: que contamina las aguas, estropea el paisaje y causa deslizamientos de tierra. Los mineros se defienden diciendo que los cuestionamientos son más ideológicos que técnicos. Santos también critica las vías que conectan las minas con las cabeceras municipales. Todas son rupturas de tierra desgarrada sobre la silueta de la montaña, en las que apenas se mueven vehículos de doble tracción.

El otro problema es la fuga del capital. La gente critica a las compañías mineras por supuestamente llevarse toda la plata de esas tierras para gastarla en Bogotá. “¡Dígales a los mineros que dejen la plata aquí!”, le espetó un lugareño del municipio de Socha a este equipo periodístico. Santos defiende su empresa: “Cada ocho o 15 días vengo a pagarles a 60 trabajadores. Calcule cuánta plata circula cada 15 días por aquí y esta no es la única mina”.