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Inclusión de LGTBIQ+, mujeres y otros temas espinosos marcarán la gran cumbre sobre el futuro de la Iglesia católica. Aquí las claves
El próximo miércoles comienza en el Vaticano la gran reunión del sínodo para que varias propuestas sean incluidas en un documento futuro.
El papa Francisco inicia el próximo miércoles, 4 de octubre, una cumbre global de obispos y legos para hablar sobre el futuro de la Iglesia católica, lo que incluye algunos temas controversiales que antes se consideraban fuera de toda discusión.
Por primera vez, mujeres y legos podrán votar algunas propuestas específicas junto con los obispos, un cambio radical que refleja la posición de Francisco de que la Iglesia es más una cuestión de los feligreses que de sus pastores.
El sínodo de obispos se celebra del 4 al 29 de octubre, que se verá seguido por una segunda sesión por estas fechas el año que viene. En esa segunda edición se presentarían propuestas específicas a Francisco para considerar su inclusión en un documento futuro.
Esta es la agenda temática
El documento de trabajo para la reunión fue elaborado por un comité tras dos años de consultas sin precedentes a los católicos de a pie de todo el mundo.
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El producto final pretende estimular el debate y pone temas sobre la mesa en forma de preguntas. Pero algunas de las preguntas también dejan claro un cierto consenso alcanzado durante la fase de consultas.
Por ejemplo, el documento pide medidas concretas para impulsar a mujeres a puestos con capacidad de decisión en la Iglesia, incluso como diáconos, y que los feligreses corrientes tengan más voz en la gobernanza de la Iglesia.
“De todos los rincones del mundo, una mayor inclusión y apoyo a las personas LGBTQ+ ha emergido como un importante tema pastoral para la Iglesia católica”, dijo el Ministerio Nuevas Vías, una organización que defiende a los católicos LGBTQ+.
La controversia
Algunos conservadores han expresado sus dudas sobre el sínodo desde que Francisco lo anunció hace tres años. Han advertido que someter a debate cuestiones que ya han sido decididas por la Iglesia plantea el riesgo de un cisma.
Han escrito artículos y libros y organizado conferencias. Esta misma semana, cinco cardenales conservadores de Europa, Asia, África y América hicieron público su desafío al papa Francisco.
Francisco respondió a los cardenales en una carta publicada el lunes por el Vaticano. Explicó que los cambios en el mundo estimulan a la Iglesia a comprender y explicar mejor sus enseñanzas, y que el sínodo es una forma de encontrar la senda hacia delante.
“Con mucha sinceridad, les digo que no es bueno tener miedo de estas preguntas”, les dijo Francisco.
Los asistentes
Hay 365 miembros con derecho a voto, incluido el papa, de los que 54 son mujeres. Se dividen entre delegados elegidos por las conferencias episcopales nacionales, miembros dominados por el propio papa y 10 sacerdotes y monjas elegidos por órdenes religiosas.
Además, hay unos 100 expertos y “facilitadores” convocados para ayudar a avanzar el diálogo por los temas planteados. Pero no votarán en ningún documento final.
Los obispos Antonio Yao Shun de Jining, en Mongolia Interior, y Yang Yongquiang, de Zhoucun, en la provincia de Shandung, fueron nominados por Francisco después de que la Iglesia en China propusiera sus nombres.
El arzobispo de Hong Kong, el cardenal Stephen Chow, dijo que su participación era especialmente significativa.
“Es un gesto de buena voluntad y posiblemente de que se dan cuenta de que la Iglesia en China y el gobierno quieren decir que debería haber contactos episcopalianos más frecuentes, cercanos, entre China y la Iglesia universal”, dijo Chow a The Associated Press. “Su presencia dice mucho de eso”.
¿Un sínodo secreto?
Los dos años de preparativos del sínodo se caracterizaron por una transparencia radical con vistas a cumplir los objetivos del proceso de que los participantes se escucharan mutuamente y aprendieran unos de otros. De modo que fue una sorpresa que Francisco básicamente impusiera un bloqueo mediático sobre el sínodo en sí.
Paolo Ruffini, responsable de comunicaciones para la reunión, negó que el debate hubiera quedado bajo secreto pontificio, una de las categorías de confidencialidad más estrictas de la Iglesia.
Insistió en que se trataba de un momento litúrgico de oración y discernimiento y señaló a un ensayo de 1990 de un cardenal ya fallecido que ensalzaba los beneficios del “silencio” en la comunicación.
Cuando se le preguntó por la falta de transparencia, Francisco ha dicho que no quería filtraciones de “chismes políticos” con noticias sobre cómo abordaban los participantes los temas complicados.
“Esto no es un programa de televisión”, dijo a los periodistas durante una conferencia de prensa durante un vuelo en agosto.
*Con información de AP