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Autopsias de las víctimas de un ayuno mortal en Kenia revelan que les faltaban órganos
Más de un centenar de cadáveres, en su mayoría de niños, fueron descubiertos en abril en el bosque de Shakahola.
Las autopsias realizadas sobre ciertos cadáveres hallados en un bosque del sureste de Kenia, donde se reunían los miembros de una secta evangélica, revelaron la ausencia de algunos órganos, según un documento judicial consultado este martes por la agencia de noticias AFP.
Posible tráfico de órganos
“Informes de autopsia revelaron que faltaban órganos sobre algunos cuerpos de las víctimas que fueron exhumados hasta ahora”, indica el documento, que tiene fecha del lunes.
El acta también menciona “un tráfico de órganos humanos bien coordinado que implica a varios actores”.
Más de un centenar de cadáveres, en su mayoría de niños, fueron descubiertos en abril en el bosque de Shakahola, donde se congregaban los fieles de una secta que recomendaba el ayuno extremo para “conocer a Jesús”.
Tendencias
El hallazgo de los cuerpos provocó sentimientos de horror, indignación e incomprensión en este país de África del Este, de unos 50 millones de habitantes y donde hay más de 4.000 iglesias registradas, según el gobierno.
Según las autopsias realizadas sobre 112 cuerpos, la mayoría de las víctimas murieron de hambre, tras haber seguido presuntamente las predicaciones de Paul Nthenge Mackenzie, un autoproclamado pastor de la Iglesia Internacional de la Buena Nueva.
No todos murieron por ayuno
El pastor, que se encuentra detenido, será procesado por “terrorismo”, anunciaron los fiscales el 2 de mayo.
Algunas de las víctimas, sin embargo, fueron estranguladas, golpeadas o ahogadas, indicó la semana pasada el jefe de las operaciones de autopsia, el doctor Johansen Oduor.
En el documento la Dirección de Investigaciones Criminales (DCI) pide congelar las cuentas bancarias del pastor Ezekiel Odero.
Según el DCI, este influyente religioso recibió “enormes transacciones en especie”, procedentes de las cantidades entregadas por los fieles a Mackenzie, quien les había pedido vender sus propiedades.
Las iglesias en Kenia
Kenia no es ajena a los conocidos pastores que predican incendiarios sermones y predicen el fin del mundo. Y los intentos de regular la religión se topan con una fiera oposición.
Hay más de 4.000 iglesias registradas. Algunas predican la teoría de la prosperidad, animando a sus miembros a donar importantes sumas a la iglesia para mejorar su propia situación financiera, pero otras promueven creencias más oscuras.
Todas ellas suelen estar dominadas por líderes que ejercen un control virtualmente ilimitado sobre las vidas de sus fieles, tergiversando la Biblia para promover su autoridad.
El canal de YouTube del pastor Nthenge, con más de 6.000 suscriptores, contiene llamativos videos de prácticas “diabólicas”, como llevar peluca o usar dinero móvil.
“La mayoría de estos presuntos pastores nunca han puesto un pie en una escuela teológica”, dice a AFP Stephen Akaranga, profesor de religión en la Universidad de Nairobi.
Esto importa poco a su rebaño, reconoce. En los últimos años, este tipo de iglesias florecieron en la Kenia rural.
Impacto
Una mezcla tóxica de pobreza, escasa educación y acceso fácil a entretenidos sermones en línea han facilitado que estos cultos progresen en Kenia, con efectos fatales.
En 2018, aparecieron noticias de una familia que perdió siete niños durante cuatro años porque su organización Kanitha wa Ngai, Iglesia de Dios, no creía en los hospitales y la medicina moderna.
El mismo año, el Directorio de Investigaciones Criminales advirtió a los ciudadanos sobre un culto llamado Young Blud Saints, que se enfocaba en estudiantes universitarios.
“Los miembros deben sacrificar lo que más aman para probar su lealtad a la organización”, dijo el DIC en un comunicado, urgiendo a los “padres a mantener un ojo en sus niños para evitar que sean reclutados para tales organizaciones malignas”.
Pero estos cultos han conseguido esquivar la ley, a pesar de atraer repetidamente la atención de la policía.
El propio Nthenge se enfrentó a la ley en 2017, tras ser acusado de instar a los niños a ausentarse de la escuela, asegurando que la Biblia no reconocía la educación.