CINE

40 años de Alien: el cuento de la tesa y la bestia

El clásico de ciencia ficción hizo de Ridley Scott un director de renombre; de Sigourney Weaver, una estrella, y del espacio, un lugar terrorífico. En su aniversario, SEMANA repasa los factores de su éxito y su huella cultural.

1 de junio de 2019
Sigourney Weaver se lució como Ellen Ripley, pero el reparto estelar y claro, la bestia, contribuyeron mucho a su éxito.

En el papel, Alien era un tiro al aire. Partió de una idea de Dan O’Bannon y Ronald Shusett, dos guionistas inexpertos que, inspirados en películas B, escribieron su proyecto Star Beast. Parecía destinado al olvido, pero, tras el éxito arrollador de Star Wars en las taquillas en 1977, los ejecutivos de Hollywood se montaron al rentable bus de la ciencia ficción y ahí apareció la oportunidad.

El guion no parecía un hit, pero tenía una premisa poderosa. Walter Hill y David Giler, productores experimentados, comenzaron a armar el rompecabezas. Cada una de las piezas elevó un filme común y corriente a un clásico de la ciencia ficción y el terror. Todo empezó a tomar forma cuando se sumó a la iniciativa un joven y prometedor director.

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EL DIRECTOR

Ridley Scott se había dado a conocer como realizador de comerciales para clientes de alto perfil como Levi’s y, en 1976, había estrenado su debut cinematográfico. The Duellists, protagonizada por Keith Carradine, Harvey Keitel y Albert Finney, recibió muy buenos comentarios. Cerca de cumplir 40 años, para su segundo largometraje, Scott se sumó al proyecto Alien, que hasta ese momento no había enganchado a ningún actor de peso. Tom Skerritt lo recuerda como un director de pocas palabras que aún no había pulido su comunicación con los actores; pero tenía una idea muy clara de la factura visual que quería lograr para la película. Con Alien, Scott comenzó una carrera brillante que incluye, entre muchas, cintas como Blade Runner y Thelma y Louise.

Ridley Scott estrenó su primer largometraje en 1976. Pero con este, su segundo proyecto, se estableció como un visionario.

LA ACTRIZ

Los productores alcanzaron a pensar en Meryl Streep para el rol principal, pero se la jugaron por una actriz talentosa y desconocida: Sigourney Weaver. La escogida para dar vida al personaje de Ellen Ripley no pudo hacerlo mejor. Proyectó a una mujer llena de corazón, carácter y coraje, que sobrelleva la pérdida de su amor, de sus colegas tripulantes, y le da la batalla al xenomorfo, esa bestia espeluznante que sangra ácido. En medio de un filme tan tensionante, también refleja a una mujer frentera, segura de sí misma y sexy. En 1986 la nominaron al Óscar a mejor actriz principal en Aliens, la segunda parte, dirigida por James Cameron.

La cinta nació del guion Star Beast, de dos escritores inspirados en películas B, y solo encontró apoyo después del éxito de Star Wars.

EL REPARTO

El reparto sumó para convertir el filme en un clásico. Tom Skerritt, el capitán Dallas, gozaba de prestigio, presencia y venía de trabajar con Robert Altman. John Hurt interpretó a Kane, la primera víctima y, por ende, protagonista de la chestburster o ‘quiebra pechos’, como llaman a la escena más memorable y chocante de la cinta. Hurt venía de participar en producciones como Midnight Express. También se sumaron Ian Holm, actor de escuela shakespeariana, en el papel del malintencionado científico Ash; y Yaphet Kotto, en el rol de Parker. Kotto venía de darse un tremendo pantallazo como villano en Live and let Die, la película debut de Roger Moore en James Bond. Harry Dean Stanton, otro gigante de la actuación, quien como Hurt murió en 2017, tenía nueve películas encima; y Veronica Cartwright, quien interpretó a Lambert, había ganado un Emmy a los 14 años.

EL PADRE Y SU BESTIA

El responsable del diseño y creación de la bestia, el excéntrico artista H. R. Giger, cumplió con creces al sumar el terrorífico monstruo que permitió a la cinta pasar a la historia. El suizo se basó en las láminas de su libro Necronomicrom, en el que combinaba los biomecanoides cargados de simbología satánica y sexual. Para Alien, Giger se enfocó especialmente en Necronom IV, del cual partió para diseñar a la bestia sin ojos, de cabeza fálica, boca vaginal y cuerpo crustáceo. Asimismo, sus ciclos vitales, es decir, los huevos alienígenas que parecían grandes vaginas y los aliens embrionarios. Giger también contribuyó al diseño del asteroide Acheron (LV-426) y de la nave. En épocas en que la animación digital era una quimera, hubo que esculpir estos monstruos a tamaño real. Este trabajo le significó a Giger el premio Óscar a mejores efectos visuales.

El suizo H. R. Giger hizo aportes esenciales para dotar a la cinta de la figura terrorífica del xenomorfo.

LA NAVE

El equipo de diseño de producción logró resultados increíbles. La atmósfera de la nave Nostromo resulta inolvidable: una maraña de pasillos, puertas y rejillas por medio de la cual la oscuridad y el vapor se entrelazan, con el fin de sumar a la tensión vivida en ese recinto sin escape para sus tripulantes.

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IMPACTO, ¿ACADÉMICO?

Alice Haylett Bryan, profesora en Estudios Fílmicos del King’s College de Londres, le dijo al diario The Guardian: “La cantidad de trabajos académicos escritos sobre ‘Alien’ es fenomenal. Pero esto no debería sorprender. La película trata temas de maternidad, políticas de género, poshumanismo, biología, y muchos más. Casi todos los tópicos que abordamos en Estudios Fílmicos se pueden tratar desde ‘Alien’”. La nota añade que, como mínimo, docenas de libros, artículos y clases universitarias han diseccionado fotograma a fotograma la cinta. “Ninguna otra, ni ‘El Padrino’ o ‘Psicosis’, han generado ese tipo de producción”.

LA SAGA

Alien ha convocado a grandes directores que han sumado a la saga con resultados encontrados. Esta ya suma seis películas y una en espera de luz verde para entrar a producción. Se trata de Alien (Ridley Scott, 1979), Aliens (James Cameron, 1986), Alien 3 (David Fincher), Alien Resurrection (Jean-Pierre Jeunet), Prometheus (Ridley Scott, 2012), Alien Covenant (Ridley Scott, 2017), y Alien: Awakening, que Scott aguarda por hacer. Mención a Alien vs. Predator (Paul W. S. Anderson, 2004), solo porque incluye al xenomorfo.